Un tiempo para pensar: El gran festejo de Thuram en el Mundial de Francia 1998

En ese momento no lo pudo explicar. "Normalmente, cuando aparezco en frente de la portería, entro en pánico. Hoy no tuve tiempo para pensar. Hice el segundo gol y no sabía ni quién era, ni dónde estaba...fue como un trance". Los compañeros lo pusieron en andas, lo abrazaron y besaron: "Thuram para presidente", cantaron.

Le salió sin querer. Metió un zurdazo tremendo que le daba a Francia el pasaje a la final. El mundo quería abrazarlo. Él se arrodilló y se llevó el índice izquierdo justo abajo de la nariz, como si estuviera contemplando algo, como si quisiera tomarse un minuto para procesar lo que acaba de pasar. 

Si se detuviera el tiempo y se congelara esa imagen, probablemente no habría mejor representación para el francés Liliam Thuram: un jugador de fútbol que piensa. Sus dos goles ante Croacia, en las semifinales del Mundial 1998, se convirtieron en una de las secuencias más grandes de Francia.

Demasiado acostumbrado a percibir las diferencias. Entre blancos y negros. Entre pobres y ricos. Cuando se confirmó que integraría la Selección de Francia en el Mundial 1998, no dudó: "No eligieron a Barthez porque es blanco, no eligieron a Thuram porque es negro, Los eligieron porque somos franceses".

Nació en Guadalupe (al igual que un tal Thierry Henry), una colonia francesa en el Caribe, y a los 9 años partió a París. Su mamá lo esperaba ahí hace un año: limpiaba casas y juntaba dinero para poder sostener a sus hijos. "Vuelve a tu país", le decía algún chico blanco en el colegio. Su primer sueño era ser sacerdote, no jugador de fútbol. Pero rápidamente percibió que lo suyo era la pelota. A los 17, ya era profesional del Mónaco.

Después del partido ante Croacia, Joseph Lother, que nunca había ni siquiera tocado a su hijo, se presentó ante el mundo como el papá de Thuram. "Hincho por Lilian, que es un chico con mucho talento", dijo. La respuesta del jugador fue muy clara: "Estoy sorprendido por la conducta del señor Lother, que es mi procreador pero no mi padre. Mi concepción de la paternidad es otra. Un padre cría a su hijo. Un padre da consejos. Un padre deja un camino. Mi madre hizo todo por mí". Con eso, Joseph Lother se esfumó, dejó de existir, como en toda la vida de Thuram. 

Lee, siempre leyó. Tratados de filosofía clásica. La edición diaria de Libèration, el periódico fundado por Sartre. Fue el único jugador del equipo campeón que se animó a ir un paso más. En el 2006, se cruzó con quien en ese momento era el ministro del Interior de Francia Nicolas Sarkozy. Después de unos días de furia en los barrios pobres de París, tuvieron un fuerte intercambio. 

"Espere, señor Sarkozy, los bandidos más grandes no están en los suburbios. Están quizá en Neuilly"(ciudad rica junto a París de la que Sarkozy fue alcalde), a lo que el ministro respondió: "Señor Thuram, son los negros y los árabes quienes crean problemas en los suburbios". El central replicó: "Los que crean los problemas en los suburbios no son los negros ni los árabes, se llaman delincuentes".

Integra desde el 2002 el Alto Consejo a la Integración. En su época de jugador siempre dijo que le gustaría "explicar a la gente los orígenes del racismo. Contar de dónde viene ese complejo de superioridad de ciertos blancos sobre los negros: de 400 años de esclavitud, de la colonización, etcétera". Por ahora, no se hizo cargo de ningún cargo ni postulación, aunque tiene potencial para hacer lo que quiera. "Thuram presidente", dijeron sus compañeros en el 98. Pero él dice 'no'. Para el francés, el de más partidos con la Selección, sólo hay espacio para recuperar esa imagen del gol a Croacia. Seguir pensando, como si en el mundo no hiciera falta nada más.

Anuncios