Hace treinta y un días que Joan Laporta es presidente del Barça. El abogado barcelonés superó en las elecciones del 7 de marzo a Víctor Font y a Toni Freixa, que se quedaron lejos del 54% de votos acumulados por quién fue presidente entre 2003 y 2010. Laporta tomó posesión el 16 de marzo, día en el que empezó a tomar decisiones.
Algunas bien conocidas, como la incorporación de Mateu Alemany en la Dirección de Fútbol, el fichaje de Ferran Reverter como nuevo CEO, la destitución de Román Gómez Ponti, jefe de los servicios jurídicos, uno de los investigados en el ‘BarçaGate’ y una de las manos derechas de Josep Maria Bartomeu; la salida de Albert Soler, director de deportes profesionales, y la comunicación a Patrick Kluivert de que no va a seguir como responsable del fútbol formativo. Dicha posición la ocupará, a partir del 30 de junio, José Ramón Alexanko.
¿Qué falta por hacer?
A todas estas decisiones les acompañará, en los próximos meses, mucho más movimiento interno. Laporta tiene mucho trabajo encima de la mesa antes de poder aplicar su proyecto al completo, empezando por algo que todos están esperando: la renovación de Leo Messi. El presidente deberá sentarse con el capitán y abordar su continuidad, sabiendo que el próximo 30 de junio termina contrato y que la economía del club no permitirá una renovación en los mismos términos del acuerdo actual.
De hecho, el estado real de las finanzas del club se conocerá una vez termine la auditoría que se está realizando desde mediados del mes de marzo. Una auditoría de la que los dirigentes del club esperan sacar varias conclusiones, entre las cuáles se encuentra si hubo o no irregularidades en la gestión anterior. Según cuentan a Goal fuentes de la nueva directiva, no hay ninguna prisa para recibir el informe definitivo. “Hay que dejar trabajar a los auditores sin que se precipiten”, afirman. Una vez analizado, se tomarán las decisiones oportunas para dirimir quién tuvo la responsabilidad de la debacle económica.
La nueva junta calcula que las pérdidas de esta temporada ascenderán a 300 millones de euros, una cifra muy superior a la prevista en los presupuestos diseñados por Bartomeu, que de manera muy optimista calculaba un beneficio neto de 1 millón de euros. Parece evidente que beneficio no habrá. De hecho, ese millón positivo se calculó pensando en la vuelta del público a los estadios (se previeron 56 millones de euros de ingresos por esa partida) y en la venta antes del 30 de junio del proyecto Barça Corporate, un paquete en el que se engloban los activos Barça Studios (la productora audiovisual), BLM (negocio de ropa deportiva), Barça Academies (las escuelas de fútbol) y Barça Innovation Hub (investigación y conocimiento). La junta cree que puede ingresar entre 250 y 300 millones por la venta del 49% de dicho proyecto. El Barça siempre se quedaría la mayoría de acciones.
Recortes urgentes
Para paliar las pérdidas, Carles Tusquets le dejó un encargo a Laporta: recortar la masa salarial del primer equipo de fútbol en casi 200 millones de euros. Ahora mismo, los salarios significan el 74% de los ingresos, un porcentaje muy superior al recomendado por LaLiga y por la UEFA, que pide que dichos sueldos no superen el 60% de los ingresos para evitar situaciones de riesgo.
Entre estos salarios están el de las salidas obligadas. Laporta tiene que resolver la situación de Miralem Pjanic, que no cuenta para Koeman y que no puede salir por menos de 45 millones de euros, de Philippe Coutinho, que sigue lesionado del menisco y que tiene cartel en Inglaterra, y de Samuel Umtiti, que ha sido incapaz de recuperar el nivel anterior a su lesión al Mundial, cuando se destrozó el cartílago de la rodilla izquierda.
La emisión de bonos
Otra de las medidas, conocida como la ‘medida estrella’ durante la campaña electoral, es la emisión de bonos. Una emisión de deuda que Joan Laporta diseñó junto a Jaume Giró, su mano derecha en temas económicos durante la época electoral, pero un hombre que decidió marcharse tras ganar las elecciones y no formar parte de la directiva. La idea de Laporta y Giró era que los socios pudieran adquirir deuda a medio y largo plazo, pero que también grandes clientes externos invirtieran en el Barça a un interés fijo anual. Veremos si finalmente esta opción se activa.
¿Camp Nou o Montjuïc?
Fue una de las grandes polémicas durante la campaña y sigue siendo hoy en día una pregunta recurrente. Joan Laporta dejó entrever que disputar los partidos en el Camp Nou mientras las grúas están en funcionamiento y con medio estadio patas arriba no era buena idea, con lo cuál el Barça podría tener que recurrir a Montjuïc durante dos años mientras las obras del nuevo recinto se llevan a cabo. El presidente sugirió que esta posibilidad debería ser consultada en referéndum, algo que todavía se considera para no poner en riesgo a los espectadores. La directiva tendrá que decidir si jugar en casa durante las obras o elevar a consulta popular la opción de trasladarse al Estadio Olímpico de la ciudad.


