El supuesto éxito o fracaso que se mide por un resultado no modifica la extraña incoherencia del seleccionado argentino en Rusia: utilizó cuatro esquemas tácticos en igual cantidad de partidos; Enzo Pérez, de no formar parte de la lista de 23 jugadores (entró a último momento por la lesión de Manuel Lanzini), pasó a ser titular en los últimos tres juegos; y Franco Armani, sin ser convocado en todo el proceso de las Eliminatorias, debutó en el arco nacional en el decisivo enfrentamiento ante Nigeria. Tres ejemplos, entre otros, para crear un interrogante que nace desde una lógica: si se ensaya tanto en un Mundial, ¿cuándo se estrena la obra?
Ni "capacidad de los tiempos" ni "cuchillo entre los dientes": Francia pisoteó el discurso argentino
A priori, pese a empates, derrotas o victorias, parece un pecado utilizar una Copa del Mundo como un campo de pruebas. Arriesgado, en el mejor de los casos. Si Lionel Messi puede ser falso 9, si hay que parar una línea defensiva de tres, cuatro o cinco hombres o si hay que jugar con uno o dos mediocentros, son planteos viejos para la instancia de octavos de final. Cuestiones que pueden quedar como anécdotas o nimiedades ante la magia del 10 o la capacidad de los propios futbolistas albicelestes. O tal vez no, como se vio ante Francia.
Jorge Sampaoli, en las ruedas de prensa, contó y repitió que no está atado a un sistema. “Odio la planificación, si planifico, me pongo en el lugar de un oficinista”, se puede leer también en su libro, Mis latidos. Ideas sobre la cultura del juego. La frase es un guiño a la improvisación del artista. ¿Pero él es el artista o es el director? Su estrategia no funcionó esta vez.
