Cada semana más señalado como el heredero natural de Zidane en el Real Madrid, hay entrenador en Raúl. De los metódicos, de los que transmiten carisma y, lo esencial, de los que ganan. Es lo que ha demostrado en sólo 270 días, desde que el 24 de junio se supo que tomaría las riendas del Juvenil A de La Fábrica, al que llevó dos meses después a levantar la primera Youth League de su historia, hasta este pasado domingo, en el que puso al Castilla en la Primera División RFEF. El segundo equipo blanco estará, al menos, en la división que sustituirá desde la 2021-22 a la Segunda B. Era un objetivo complicado por la presencia de más de un centenar de aspirantes, pero ahora incluso se permite soñar con el regreso a una Liga Smartbank que no se pisa desde 2014.
En el club consideran que Raúl cumple a la perfección el perfil que ha triunfado siempre en la entidad: exitoso como jugador, idolatrado por la afición y conocedor y defensor como pocos de los valores de la casa. A eso se le añade, además, el espíritu luchador y ganador innato en el madrileño. Por ello cuando Dani Poyatos, hasta junio el técnico del Juvenil A, se marchó al Panathinaikos de Grecia, en los despachos no dudaron sobre su relevo. La elección de Raúl, escoltado por Alberto Garrido, serviría para bañar al vestuario en sabiduría y ambición. La apuesta cuajó con sobresaliente: 1-3 a la Juventus, 0-3 al Inter, 1-2 al Salzburgo, 2-3 en la finalísima al Benfica y la Champions de la categoría voló por primera vez a la capital.
Raúl, lejos de parecer un parche o una solución improvisada a la baja inesperada de Poyatos, se adaptó enseguida y se manejó durante el torneo como si hubiera estado al frente del proyecto toda la temporada. Los chicos, embelesados por la estela de su leyenda, creyeron en él y muchos crecieron en un proceso tan natural que el salto al Castilla sería con la etiqueta de generación llamada a algo grande.
Un logro con la plantilla mermada por las bajas de Zidane
De regreso con el filial, con el que no había podido completar su trabajo de la 2019-20 por el parón obligado por la pandemia, Raúl mantuvo la dinámica positiva. En el subgrupo A del Grupo 5 de Segunda B, el mítico ‘7’ y sus chavales han logrado su plaza para la Primera División RFEF como segundos. Y hay varios datos que subrayan sus méritos, como haberlo conseguido sin que pesase el hecho de ser la segunda plantilla con menor media de edad (20,3 años)de las 102 de la competición.
Raúl también ha salvado el hándicap de la escasa disponibilidad de algunos de sus principales futbolistas, habituales en las convocatorias de Zidane por la plaga de lesiones en los mayores. En entrenamientos y partidos, se las ha apañado como ha podido, sacando el máximo rendimiento posible de sus pilares cuando estaban con él y de los sustitutos cuando no. Un ejemplo claro es el de Hugo Duro: los cuatro jugadores que han superado los ocho goles del pichichi castillista han disputado un mínimo de dos jornadas más.
De la variedad táctica al desarrollo individual
A Raúl, amén de los resultados, se le aplaude la riqueza táctica de su Castilla, con el que ha dibujado diferentes esquemas con buenas prestaciones, desde el 4-2-3-1, al 4-3-3 o a ese 5-4-1 en el que viene sintiéndose muy a gusto. Además, la gran evolución a lo largo del curso ha permitido que nombres como los de Víctor Chust, Pablo Ramón, Miguel Gutiérrez, Antonio Blanco, Sergio Arribas, Marvin o el propio Hugo Duro ya sean protagonistas en las conversaciones entre la afición.
Pese a todo esto, Raúl, inconformista como cuando se hinchaba, huye de celebraciones. Su mente se centra únicamente en la segunda fase, en la que se medirá con Badajoz, Extremadura y Talavera en busca del playoff de ascenso a Segunda. Subir como en 2012 convertiría su ‘doblete’ en ‘triplete’, y le confirmaría como el sucesor ideal de Zidane.