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¿Qué pierde River sin Nacho Fernández?

Nacho Fernández guarda entre sus tobillos una estadística de lo más particular: es, con 918 toques, el jugador del fútbol argentino que más pases dio en el campo rival.

Como si sus rodillas pudieran ser desarmables y su cuerpo plegable, sus 182 centímetros y 67 kilos lo hacen parecer el muñeco de Woody de Toy Story. Dicen los que saben que ser armador de juego de un equipo no es sólo un talento técnico o un conocimiento táctico, sino un reconocimiento de los compañeros, que confían en determinado ser humano para entregarles sus destinos. Un año tardó este jugador amateur de golf en convencer a sus compañeros de que la pelota debía ir hacia él. Se curtió haciendo las veces de Robin de Andrés D'Alessandro. Hasta que en una conferencia de prensa, Marcelo Gallardo miró para abajo y dijo su nombre: "Nacho maneja los tiempos".

Medir la posesión de pelota de un equipo es un dato que sirve para graficar conceptos. Lo dice la ciencia: sin teoría, no hay valor por sí sólo de lo empírico. River es un equipo que asume el control del juego desde la posesión de la pelota. Es una receta. No es, sin embargo, el equipo que más pases ha dado. Ese logro le corresponde a Lanús: 12.431. Pero sí es el que más dio en el campo rival: 6623 contra 6084 del conjunto de Jorge Almirón. Un resultado numérico difícil de lograr en un fútbol como el argentino, de muchísima presión en la mitad de cancha. Lo que da una premisa: lograr tener la posesión hace que el rival no la tenga, tenerla en el campo rival baja los riesgos de pérdidas que lastimen, jugar en la cancha del otro aumenta la cantidad de situaciones de gol posibles. A priori, claro, porque el líder en situaciones de gol en el campeonato es Racing que juega mucho sobre su propia mitad, con una defensa que nunca llega a achicar a la mitad.

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Que River juegue sobre el campo rival y que lo haga con posesión de pelota es algo que Gallardo trabaja específicamente. "Hacer foco en la tenencia de pelota y que cuando lleguemos a tres cuartos, mostremos movilidad para generar peligro. Poder tirar una gambeta o una pared para llegar con claridad al área. Y después, cuando perdemos la posesión, recuperarla rápido en ese mismo lugar. Si no se puede, recién ahí retroceder", cuenta Nacho, que les exige el entrenador. En general, para trabajar con el mediocampo en presión y posesión, el cuerpo técnico riverplatense usa un sistema de cintas demarcando zonas de la césped. Subdivide el espacio en cuatro zonas y, en función de la presión, intenta verificar que todas las zonas queden ocupadas. Los retrocesos no se demarcan ahí: la orden es retroceder desde la zona donde se terminó la jugada.

El reemplazo de Fernández será Rodrigo Mora. Gallardo ha utilizado al uruguayo, últimamente, como extremo derecho. Lo hace ingresar los segundos tiempos para fijar la posición de la defensa rival y para construir contraataques con velocidad y con impacto. Tener la cancha abierta es una receta para aprovechar los espacios. A veces, como contra Tigre o contra Melgar, salió bien. A veces, como contra Sarmiento, la imprecisión para finalizar las jugadas hizo que saliera mal. Pero, seguro, no son lo mismo. Uno es el alma de los movimientos del equipo. Otro es un finalizador. Es decir: un cambio rotundo de estilo.

Nacho juega sobre el campo rival, pero curiosamente no es un asistidor. Apenas cuenta con un pase que terminó en gol: contra San Martín de San Juan. Ese rol, en River, le ha salido muy bien a Pity Martínez, que con centros ha generado tres goles. Tampoco es Fernández un goleador: no marcó en todo el torneo y patea verdaderamente poco al arco. Sin embargo, ése no es su rol. Su lugar está en el puntilloso trabajo de llevar el juego hacia el campo rival para que los compañeros desequilibren. Una actividad que pocos jugadores logran hacer en el fútbol argentino. Eso pierde sin él.

LOS NÚMEROS DE NACHO FERNÁNDEZ EN EL TORNEO

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