El Mundial 2018 se juega al límite, incluso hasta entre los mismos compañeros de un equipo. Prueba de ello consistió el momento de incertidumbre que vivió la Selección de Irán, en donde dos elementos suyos, el arquero Alireza Beiranvand y Saeid Ezatolahi tuvieron que ser separados tras un connato de bronca.
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Después de una acción en la que los dos no se hablaron y el volante casi propicia una anotación en contra, el cancerbero le reclamó airadamente a este que no escuchar su grito de que él iba por el balón.
A Ezatolahi no le gustó el tono y entonces enfrentó a Beiranvand, quien, lejos de tranquilizarse, lo empujó. Necesitaron intervenir más iraníes, además del árbitro Enrique Cáceres, quien parecía meterse la mano al bolsillo para amonestarlos. Afortunadamente no pasó a mayores.