Lo recibieron con una sonora pitada, pero le despidieron con una ovación cerrada. ¿Qué debe pensar Ousmane Dembélé? Probablemente, que la afición del Barça es bipolar. El francés volvió al estadio barcelonés en la ida de los dieciseisavos de final de la Europa League ante el Nápoles. Ese día, el público le recibió con un fuerte abucheo. De la misma manera que sucedió esta noche de domingo en un Camp Nou que no le perdona la posición de no renovar con el Barcelona, con el que termina contrato este próximo 30 de junio. De hecho, en el primer balón que tocó, al francés le siguieron pitando. Pero no habían pasado ni diez minutos que los aficionados cambiaron completamente su opinión de Dembélé.
El extremo cogió el balón en la banda izquierda, se hizo un autopase y con la zurda fusiló a Unai Simón, que no pudo ni ver cómo la pelota entraba por el primer palo y salía rebotada de la red por la potencia con la que Dembélé la impactó. En ese momento, el Camp Nou enloqueció. Se levantó de golpe y aplaudió como nunca al delantero francés, que se llevó la felicitación de todos sus compañeros y de un Xavi Hernández que le abrazó y le pegó varios golpes en la cara. "Puede ser el mejor jugador del mundo en su posición", dijo el entrenador del Barça en su primera comparecencia de prensa. En el descuento, incluso, el internacional puso dos caramelos: uno a la cabeza de Luuk de Jong y un segundo al pie de Memphis Depay, que no perdonaron en el área pequeña ante la portería del Athletic Club.
El Camp Nou pasó, en pocos minutos, de pitar a Dembélé a corear su nombre. No lo había hecho nunca antes, pero el extremo logró desatar la euforia en un estadio que también gritó de manera unánime el nombre de Pedri González, un chico de 19 años que volvió a demostrar parecer un veterano que lleva diez años vistiendo los colores del Barcelona por cómo entiende su juego y por cómo interpreta todo lo que sucede en el césped. A Pedri, incluso, le poseyó Juan Román Riquelme cuando le tiró un caño, de espaldas y pisando el balón, a Mikel Balenziaga. "Estaba cagado por si la perdía", confesó el mismo Pedri. El público se puso las manos a la cabeza. También con este Barça, que ha mudado la piel en cuestión de un mes, desde que le venció 4-2 al Atlético de Madrid. Ya son 19 goles en seis partidos, cuatro encuentros de los últimos seis marcando cuatro goles y tres victorias consecutivas, algo que no se había conseguido ninguna vez esta temporada.
