Igual que la del Real Madrid, no se puede entender ya la historia del Clásico sin glosar la gigante figura de Zidane. El francés, que de jugador celebró varias alegrías ante el Barcelona, se ha convertido como entrenador en un casi imposible para los culés. El 2-1 de ayer embellece sus estadísticas y las del club en el enfrentamiento en el que más duele caer.
En el banquillo Zizou ha ganado seis (54,54%) Clásicos, empatado tres (27,27%) y perdido dos (18,18%), el último en diciembre de 2017. El balance es muy bueno, sobresaliente si se miran los 11 choques anteriores sin él: tres triunfos (27,27%), un empate (9,09%) y siete derrotas (63,63%). La remontada ha permitido al Real Madrid recuperar su superioridad contra los azulgranas en el recuento histórico, con dos victorias y nueve tantos más.
En el Di Stéfano, ZZ volvió a lucir pizarra, quitándose de nuevo la injusta etiqueta de mero alineador. Guardó a Asensio y metió a Fede Valverde, blindando el centro del campo y usando las conducciones del uruguayo para sorprender y partir a los de Koeman. Así logró el 1-0, al que poco después siguió el 2-0, renta suficiente para aguantar el gol de Mingueza y el apretón barcelonista bajo el diluvio. Dando entrada a poco habituales como Marcelo, Isco y Mariano para dosificar a Vinicius, Kroos y Benzema los tres puntos se tiñeron de épica. El premio extra a la resistencia fue encadenar tres Clásicos vencidos por primera vez desde 1978.
Dominio con los grandes
Zidane, además, es el primer técnico madridista desde Mourinho (2012-13) que se mantiene invicto en cinco cara a cara consecutivos con el Barcelona. Y este curso no sólo se ha llevado los dos partidos frente a los de Koeman, sino que ha extendido su poderío a todos los rivales directos y a todas las citas importantes: en Liga también ha sumado cuatro de seis puntos con el Atlético y tres de tres de momento con el Sevilla; en Champions también se impuso al Inter en Milán y en casa en la fase de grupos, como a la Atalanta en el ida y vuelta, y al Liverpool el pasado martes. El próximo miércoles, en Anfield, el marsellés continuará puliendo su gran obra.
