EDITORIAL
Quién le iba a decir a Sandro Ramírez que menos de un año después de abandonar el Barcelona en el que se formó tendría el destino liguero del cuadro azulgrana en sus botas. Hoy, aquel delantero que el pasado mes de junio recibió la carta de libertad de parte de un club azulgrana que no se reservó opción alguna o porcentaje en caso de traspaso en el futuro, tan convencido como estaba de las posibilidades del atacante canario, tiene a su alcance darle la Liga al cuadro barcelonista en caso de gozar de oportunidades ante la siempre complicada defensa del Real Madrid.
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Nunca se ha medido al cuadro blanco, por lo menos en la élite. No lo hizo mientras estuvo a las órdenes de Luis Enrique Martínez y en la primera vuelta se perdió la derrota de su equipo en el Santiago Bernabéu por culpa de una lesión muscular, lo cual no le ha privado de realizar una temporada que ha llamado la atención del Atlético de Madrid o el Sevilla, además de otros equipos punteros del fútbol europeo. Su precio, además, es de tan solo seis millones de euros y se perfila como una de las grandes oportunidades del mercado que abrirá el próximo 1 de julio. Nadie da por segura su continuidad.
Mientras, el delantero está centrado en redondear, a sus 21 años, la mejor temporada de su vida, confirmando una proyección que se estancó en el Barcelona. Luis Enrique requería futbolistas versátiles que pudieran intercambiar posiciones y ocupar ambas bandas, lo cual favoreció a un Munir El Haddadi con más recursos en el regate. Pero Sandro era y es distinto. Él es un hombre de área, como demuestran los 16 goles que ha marcado esta temporda, 14 en Liga, y que le han aupado hasta la séptima posición en la lucha por el 'pichichi, siendo el tercer español tras Iago Aspas y Aritz Aduriz en el Top10 de máximos goleadores del campeonato doméstico.
