EDITORIAL
Neymar Da Silva siempre está preparado. Lleva cuatro años al servicio de Leo Messi, el mejor de los mejores. En las contadísimas ocasiones en las que el rosarino no ha aparecido en forma de goleador el brasileño siempre ha estado allí para arrastrar al equipo. Sin robar cuota mediática y siempre en coordinación con el rosarino, con quien mantiene una comunicación fluidísima tal y como exhibieron cada vez que el Barcelona tenía una falta en ataque a favor. Igual que sucedió en la remontada al PSG, Ney le dio un respiro a Messi y asumió el liderazgo en un estadio -el único de Primera División- que se le sigue negando al argentino.
De hecho Neymar no podía faltar a su cita con el hat trick que mete cada temporada. En su primer año se lo hizo al Celta. En su segunda temporada fue el Granada la víctima de su segundo triplete de goles en azulgrana. El año pasada se los llevó el Rayo Vallecano. En esta ocasión fue Las Palmas, que en la penúltima jornada vio como el brasileño marcaba su hat-trick de cada temporada. La particularidad es que por primera vez lo hizo lejos del Camp Nou.
Sus goles dieron los puntos al Barcelona en el estadio Gran Canaria y él se los dedicó, no podía ser de otra manera en el día de la madre, a la mujer que le trajo al mundo. No contento con ello, también quiso intervenir en la diana de Luis Suárez, que le había dado en bandeja el primer tanto. Y así se fue Neymar de las Islas Canarias, con tres goles y una asistencia en su haber, demostrando que está listo para aprovechar cualquier grieta que aparezca en el Barcelona de Messi.
