Semestre nuevo, errores viejos. Y con la reciente consagración de la Selección argentina como espejo en cuanto al desarrollo del partido, River dejó pasar la chance de obtener una ventaja en la ida de los octavos de final ante Argentinos Juniors y ahora, al haber recibido un gol en Núñez, sabe que el 0-0 en La Paternal lo dejará sin Copa Libertadores demasiado temprano.
A lo largo de la primera mitad del año, el gran reproche del Millonario fue por no encontrar la llave para abrir los partidos cerrados. De hecho, en el anterior enfrentamiento con el Bicho en el mismo escenario, un gol en tiempo recuperado significó una derrota. Y algo similar ocurrió pero solamente en la segunda parte, porque la primera tuvo lapsos del mejor River y luego el declive.
Un puñado de minutos bastaron para la presentación en sociedad de Braian Romero, ganando la posición de guapo para que Suárez solo deba empujarla. Y el cordobés, siempre desequilibrante, parecía incontenible para los defensores del Bicho. Hasta que la nafta comenzó a agotarse de manera anticipada. Algo lógico luego de una pretemporada intensa, con viaje a Estados Unidos de por medio y la incertidumbre del aislamiento en el regreso, además de cinco titulares que dedicaron sus últimos 50 días a sus respectivas selecciones.
Fue ahí que el Demonio Hauche, acostumbrado a meter la cola, encontró una pelota que volaba por el área para empatar y complicar a River con algo tan simple como que recupere la iniciativa. Los cambios no surtieron efecto, los pases dejaron de ser precisos y recién el ingreso de Girotti volvió a inquietar a Chávez.
Cuestiones futbolísticas, motivos físicos, razones psicológicas. Un cocktail que vuelve a ser traicionero para el equipo de Gallardo y que, con vicios de aquella Selección argentina pre mística, deberá recuperar su alma copera para ir al Diego Maradona.