EDITORIAL
Decía Luis Suárez antes de medirse al Liverpool en Anfield que "mi rodilla está perfecta" y era mentira. Tras el 4 a 0 a domicilio del Liverpool el uruguayo resolvió operársela a pesar de sus palabras y, más importante todavía, de que el club que le paga todavía no había concluido la temporada. Sin más delantero centro que Suárez, el Barcelona tuvo que afrontar la final sin el concurso de su segundo jugador más importante y el que más goles mete al margen de Leo Messi.
Porque es fácilmente comprensible que si está lesionado se opere pero él mintió para estar en Anfield y le dio igual la Copa del Rey. Nadie le llamó la atención a Luis Suárez desde el club. Los jugadores hacen lo que quieren y el delantero demostró que su compromiso no era con el Barcelona sino consigo mismo. Es muy respetable querer llegar en condiciones a la Copa América, no lo es tanto pasar del club para priorizar a la selección, como tampoco lo sería lo contrario. Pero Luis Suárez se pasó toda ética profesional por el forro y fue egoísta. Total, nadie le dirá nada a pesar de que al Barcelona ayer le faltaron rematadores y goles, precisamente.
Por contra, Philippe Coutinho hizo exactamente lo contrario. Sin estar recuperado completamente de sus molestias apuró los plazos para, por lo menos, ayudar al equipo a lograr un segundo doblete aun arriesgándose a una recaída que hiciera peligrar la Copa América como finalmente sucedió. A la espera de que pase pruebas médicas Coutinho es duda con su selección pero lo que nadie le podrá negar, a diferencia de Suárez, es el compromiso con el Barcelona en este tramo final de temporada.
