Tres goles en 40 minutos, generando juego en salida rápida y aprovechando cada error del Deportivo Cali fueron suficientes para que el América se quedara con este clásico vallecaucano, que además de permitirle recuperarse del golpe sufrido en Bogotá, lo acercó a los Cuadrangulares semifinales restándole aún cuatro partidos. Porque lo del segundo tiempo, más allá del dominio parcial del visitante, fue un adorno al marcador sobre el final.
Guimarães aprendió de sus errores en El Campín e hizo los ajustes necesarios para volver a tener un equipo equilibrado, sólido, colectivo y goleador. El 3-4-1-2 le permitió juntarse a los que más saben con la pelota y deshacer el férreo 4-4-1-1 con el que Pinto intentó infructuosamente contener el huracán rojo. Cuando no fue Quintero, fue Falque; cuando no fue el español, apareció Sarmiento; cuando Suárez, Portilla y Quiñones se sumaron, hubo peligro en el área de Dawson. América fue más de principio a fin volviendo a sus bases y dejando de lado los experimentos.
El talento fue determinante para la victoria roja y seguramente lo será en un futuro, cuando llegue la Semifinal y la exigencia de los partidos aumente considerablemente. De no mediar inconvenientes y con el nivel visto a lo largo del semestre, el medio campo y ataque Escarlata es para temer por parte de los rivales, pues los titulares se entienden a la perfección y cuenta con variantes como Adrián Ramos, Cristian Barrios, Esneyder Mena y Luis Sánchez que también han aportado cuando se les ha requerido.
El siguiente examen será Atlético Nacional, otra prueba de fuego en el calendario, pero para el cual se cuenta con todas las herramientas para superarlo y dar el paso definitivo hacia la siguiente fase, porque sin lugar a dudas, América será un fuerte favorito a quedarse con la estrella de este semestre.
