Es el goleador. El mejor defensor de la pelota parada aérea. El que mejor entrega los pases. El ejecutor de los tiro libres. El que genera más peligro. El jugador que puede cambiar un partido. Cristiano Ronaldo es en el Mundial Rusia 2018 lo que se esperaba de él.
TODO EL MUNDIAL DE RUSIA 2018 EN GOAL
No tiene variantes ofensivas. Ataca siempre de la misma manera, con intentos más bien tímidos. No sabe explotar el poder de las bandas ni lo dominante de la posesión. No luce como un equipo duro, más bien lo contrario. En la defensa, da ventajas. Cuenta con jugadores de buen pie que no terminan de encontrar un espacio para que su fútbol sea relevante. En Rusia, Portugal es el equipo de Ronaldo. Nada más (y nada menos).
El 3 a 3 ante España parecía indicar que Portugal era un equipo que podía aspirar a cosas grandes. Ante Marruecos, la sensación es que solo depende de la inspiración de Ronaldo y no mucho más.
CR, acostumbrado a que en el Real Madrid tenga muchos aliados en cada jugada ofensiva (Marcelo, lateral izquierdo del Merengue, es más peligroso ofensivamente que cualquier compañero de Ronaldo en Portugal), se las arregla como puede en la Selección de su país. Ese juego un poco obstinado y egoísta queda hasta un poco más expuesto. Sin demasiada compañía, no tiene ninguna vergüenza en probar con disparos que no parecen cómodos o intentar una jugada de más pese a que tenía a algún compañero con opción de pase.
Aunque viene de salir campeón de la Euro 2016, Portugal se muestra como un equipo que no se siente muy cómodo siendo protagonista. Ante Marruecos, una Selección ordenada y de técnica pura pero con casi nada de agresividad o poder de fuego, sufrió demasiado. En vez de moverle la pelota y adelantarse unos metros, le cedió el juego y puso en peligro el resultado.
Todos indicios que confirman una realidad. Portugal no es más que Ronaldo. Algunas veces puede ser mucho. Otras será poco.
