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Pablo Pérez, de tocar fondo en un Superclásico a este presente de Selección

La bronca se le salía por los poros a Guillermo Barros Schelotto tras el 0-0 frente a River en La Bombonera, aquel 24 de abril de 2016: "Uno habla y habla, pero si del otro lado no hay una recepción se hace difícil". No había que hurgar demasiado para darse cuenta de que el destinatario de la frase del entrenador era Pablo Pérez, quien se había hecho expulsar de manera irresponsable por una patada en el pecho del colombiano Eder Álvarez Balanta cuando apenas iban 12 minutos del Superclásico. Un año y casi cinco meses después de haber llegado al club, el rosarino tocaba fondo. Un par de días después, debería pedirles disculpas a todos sus compañeros en el vestuario.

Eran tiempos en los que el rendimiento del mediocampista estaba completamente opacado por su temperamento, a punto tal que la cantidad de amonestaciones que recibía se habían vuelto motivo de burla hasta entre los hinchas de Boca: en los 26 encuentros que llevaba en el club por torneos locales, había recibido 14 amarillas (en promedio, más de una tarjeta cada dos partidos). Una realidad que hoy, 17 meses después, parece historia antigua.

Con actuaciones como las que tuvo en la goleada sobre Godoy Cruz, en la que marcó un doblete por primera vez en casi siete años (el último -y único- de su carrera había sido en la temporada 2010/11 de la B Nacional, para Unión y frente a la CAI) y entregó una asistencia, Pérez presiona para ganarse un lugar en una Selección argentina que anda necesitada de mediocampistas internos con pase vertical, llegada al área rival y capacidad goleadora.

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No fue sencillo para el volante llegar a este presente. Además del trabajo diario que realiza con la psicóloga del club Mara Villoslada para controlar su comportamiento dentro del campo de juego, para el jugador fue fundamental el apoyo de Guillermo Barros Schelotto, quien a mediados del año pasado pidió especialmente que la dirigencia no aceptara la oferta de 2,5 millones de dólares que había realizado Independiente y nunca lo sacó del equipo titular, a pesar de los fuertes cuestionamientos que recibía el futbolista.

En mayo pasado, los fantasmas de la indisciplina volvieron a asomar cuando, en una práctica, el mediocampista golpeó duramente a un juvenil que lo estaba bailando y el Mellizo lo mandó a bañarse antes de tiempo. Una charla con el DT y otro pedido de disculpas, en público y en privado, hicieron que todo quedara solamente en una anécdota. ¿Qué pasó con las tarjetas? Tras aquella expulsión frente a River, Pérez jugó 33 partidos en el torneo local y recibió 12 amonestaciones, para una media apenas superior a una amarilla cada tres encuentros. Toda una redención.

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