Young Zidane pic at Da Angelino restaurant in TorinoGoal

Míster Chef Zidane

LA INTRAHISTORIA

Zidane regresa este martes a Turín después de que en 2001 cambiase la Juventus por el Real Madrid. Ahora hace el camino inverso. Y por primera vez desde que es entrenador visita una ciudad que aún le recuerda con incalculable aprecio. Hace apenas diez meses, el galo era el verdugo de ‘su’ Juventus en la final de la Champions League de Cardiff, lo que trajo consigo una pena enorme a los tifosi bianconeri. Aunque para muchos fue algo menos pena pensando que era Zidane el que sonreía al otro lado del campo. Y es que, de una manera o de otra, Zidane siempre pertenecerá a Turín. 

Bajo la sombra de Michel Platini y con un complejo proceso de adaptación al fútbol y a la preparación física en la Serie A, los primeros meses de Zizou en el norte de Italia allá por 1996 no fueron precisamente sedosos. Entonces vivía en el centro de Turín, en la calle Carlo Alberto, con su mujer Veronique y el recién nacido Enzo. Y en su adaptación a su nueva vida encontró un refugio al que agarrarse, a escasos metros de su hogar: el restaurante Da Angelino. También visitaba otros restaurantes como Du Mondi o Urbani, pero Da Angelino era especial. Templo de la Juventus, de la selección italiana de fútbol, y de la flor y nata de la sociedad turinesa e italiana, este restaurante es una casa de comidas tradicional conocida en toda la ciudad y fundada hace cuarenta años que terminó siendo lugar de peregrinaje del mítico ‘10’ mientras estuvo viviendo a los pies de los Alpes.

“Aquí encontró un lugar tranquilo e íntimo, tenía su salita con las puertas cerradas a donde llegaba con su mujer Veronique y el pequeño Enzo”, nos cuenta Mauro Falvo, quien es hoy en día cocinero e hijo del archiconocido Angelino. “Zidane siempre pedía algo ligero: pescado -lubina si había- y macarrones con aceite de oliva, tomate y albahaca. Lo llamamos cariñosamente los ‘Rigatoni alla Zidane’”, explica el cocinero en su propio restaurante, mientras la vista se le escapa a los innumerables recuerdos colgados de sus paredes: fotos autografiadas con Enzo y Luca bebés, vestido de cocinero, con la copa mundial, o en alguna otra visita esporádica; camisetas de Zizou en su año debut con el Real Madrid y también de alguna EURO con la selección francesa; recortes de periódicos; e incluso un par de botas negras Adidas que usó el galo en el Mundial 2002. Da Angelino es una ‘futbolteca’ viva de la Juventus y de la Azzurra, pero es también un relicario sobre Zidane. Sea la estancia que sea, siempre hay algún memento del galo en alguna de las paredes. Todos lo sintieron desde el primer momento: para Zidane, Da Angelino era algo más que su restaurante favorito en Turín. Fue un pedazo de su hogar en una de sus aventuras profesionales y vitales más complejas. 

No obstante, una vez que en 1997 los Zidane se mudaron a vivir a Eremo, en un barrio de clase alta en la colina, y sobre todo una vez que nació Luca, la presencia de Zizou en Da Angelino no podía ser tan asidua como en un principio. No pasaba nada. En esos concretos casos, desde el restaurante le hacían llegar sus ‘Rigatoni alla Zidane’ a domicilio incluso, cuando entonces Glovo sólo era un error ortográfico sin más. Y todavía en el año 2000, Zidane ‘llevó’ a uno de sus cocineros a la selección francesa. Concretamente, a Roberto Falvo, el otro hijo de Angelino. Con él llegó además la conquista de la Eurocopa, con su consiguiente foto presidiendo la entrada de semejante ‘gastromuseo’. Cocina y fútbol, literalmente de la mano.

Da Angelino restaurant in TorinoGoalRigatoni alla Zidane at Da Angelino restaurant in TorinoYoung Zidane pic at Da Angelino restaurant in TorinoGoal

Para aquel entonces, Zidane había tocado ya su techo en la Juventus, jugando dos finales de Champions League y conquistando un Balón de Oro merced a un Mundial y una Eurocopa con Francia, además de a su finísimo estilo en el fútbol. Aun así, después de que aceptase la propuesta de Florentino Pérez en una servilleta, Zidane siguió mandando camisetas merengues a Da Angelino. Se retiró del fútbol y siguió acudiendo a su restaurante cada vez que visitaba Turín. Se pasó a los banquillos y todavía se seguía acordando de su plato preferido. “La última vez que vino fue hace dos años aproximadamente y estuvo encantador, como siempre”, recuerda Carlo Solinas, uno de los atentos camareros, que lleva treinta años trabajando en el restaurante y ha visto pasar por allí a todas las estrellas del fútbol italiano. Como si se tratase de las líneas de su mano, Carlo sabe perfectamente dónde está cada foto y cada recuerdo de todos ellos en las paredes de su restaurante, especialmente los de Zidane. Porque cuando pisa su casa, el galo es uno más de la familia de Angelino.

Hace poco, el propio Angelino llamó a Zizou por teléfono para pedirle una camiseta del Real Madrid, y a las escasas 36 horas estaba en la puerta de la calle Moncalieri 59. Era la elástica de Ronaldo, dedicada y autografiada. Concretamente, la del modelo que lució en la final de Cardiff, precisamente ante la Juventus. Mateo se ríe cuando se lo recordamos, restándole retranca al ‘regalo’ envenenado del míster. No lo puede evitar. Tiene el corazón dividido ante la eliminatoria que arranca esta semana en Turín. De un lado, su Juventus. Del otro, Zidane. Un “amigo” al que anhela ver este martes al mediodía entrando por la puerta de su restaurante como hacía día sí y día también veinte años atrás.

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