Primero en Ibagué, con el penal desperdiciado por Juan Pablo Vargas que pudo representar un 2-1 agónico y vital. Ahora en Bogotá, con un empate del Tolima en el remate del partido y luego dos oportunidades desperdiciadas sobre el descuento. Millonarios perdonó y le cobraron por ventanilla con dos golpes que lo pueden dejar noqueado en el Cuadrangular.
¿El pecado? Replegarse demasiado pronto en el partido ante un rival que suele desperdiciar poco las opciones que tenga, son muchas o escasas. No liquidar cuando el plan del partido fue esperar y atacar con transiciones rápidas, en parte por las intervenciones de Cuesta, pero también por los errores individuales del goleador Uribe. Un desenlace prácticamente cantado, escrito, previsible por cómo se fue dibujando el partido luego del tiro de esquina de ‘Maca’ que terminó en gol por un desvío.
Con Tolima no se pueden dar ventajas y en el mano a mano se dieron varias. Dos partidos que empezaron con victorias, mal administradas, y que terminaron en igualdades para sumar 2 de 6 ante el puntero, cuando tuvo en sus manos el botín completo. El fútbol no perdona la falta de ambición y tarde o temprano cobra con crueldad.
Un grupo aún abierto, pero que sin duda tendrá su partido más importante el domingo a las 7:30 en el Pascual Guerrero. Una lucha de tres poderes que con aciertos y errores aún mantienen la ilusión de llegar a la final. Una posibilidad de que Millonarios saque provecho de el eliminado Alianza Petrolera y que la suerte ahora esté a su favor en Cali para que Escarlatas y Pijaos se hagan daño y esperar el desenlace. Ay, si Vargas convertía ese penal.
