Lukaku, el goleador belga; Lukaku, el hijo de congoleños

El papá no lo podía acompañar a los partidos de visitante. La familia no tenía auto. Entonces, él se sumaba al viaje de otro compañero. Estaba solo. Llamaba la atención, hacía la diferencia. Tenía 12 años, pero su cuerpo lucía como el de un adolescente. Altísimo, piernas gigantes, espalda inmensa. Ya parecía un jugador de divisiones inferiores, aunque todavía era categoría infantil. Los padres del equipo rival lo frenaron antes de que pudiera entrar a jugar. "¿Qué edad tiene este chico? ¿Dónde está tu documento? ¿De qué país es?".

Tuvo que volver al vestuario, buscar su documento en el bolso y mostrarlo a los acusadores: acusadores de edad. Acusadores de nacionalidad. Acusadores de nación. Nadie pudo decir nada luego de que los papeles confirmaran la identidad: Romelu Lukaku, nacido el 13 de mayo de 1993 en Bélgica. En esa temporada, anotó 76 goles en 34 partidos.

Romelu Lukaku es uno de los símbolos de la Selección de Bélgica, que el martes disputará las semifinales del Mundial Rusia 2018 ante Francia, en San Petesburgo. Como alguna vez pasó con el equipo francés que ganó en 1998, con Zinedine Zidane y Liliam Thuram, por ejemplo, los jugadores que hoy son figuras cargan en la espalda con historias futboleras que se mezclan con la sociedad, la política. La vida. 

"Cuando las cosas van bien, leo en los diarios que me llaman Romelu Lukaku, el goleador belga. Cuando las cosas van mal, me dicen Romelu Lukaku, el goleador belga descendiente de congoleños", explicó el delantero del Manchester United en una carta en The Players Tribune

Nació en Amberes, una ciudad portuaria de un poco más de medio millón de habitantes. Existe una notoria tensión entre Valonia (sur), que tiene un tercio de la población y habla francés, y Flandes (norte), que posee la mitad de los habitantes y es el motor económico de la nación, donde creció Lukaku, una zona con muchos sectores anti inmigratorios y de derecha. Mientras él crecía en esa ciudad, las paredes se inundaban de carteles que alertaban sobre el supuesto peligro de la inmigración para el futuro del país. 

"Si no les gusta la manera en la que juego, está bien. Pero nací aquí, en Amberes. Soñé con jugar en Anderlecht. Soñé con ser como Vincent Kompany. Puedo empezar una oración en francés y terminarle en holandés. También en español, portugués o lingala (lengua que se usa en el noroeste del Congo)", dijo.

Lukaku, como algunos otros jugadores de Bélgica (como Christian Benteke, que nació en Kinsasa, capital de Kongo, o Vincent Kompany), es hijo de inmigrantes congoleños. Congo es un país africano de más de 80 millones de habitantes que fue colonia belga de 1908 a 1960. La independización derivó en una brutal crisis social y política que dejó un saldo de millones de muertos. La historia de Lukaku es el reflejo del país colonizador que toma un territorio y, luego, por diferentes razones, recibe gente de ese lugar.

LukakuGetty

"Somos todos belgas. Eso es lo que hace bueno a nuestro país, ¿no?", se pregunta Lukaku. Y agrega: "No sé por qué tanta gente en mi país me quiere ver fracasar. En verdad no lo sé. Cuando fui al Chelsea y no jugaba, se ríeron de mí. Cuando pasé a préstamo al West Brom, se ríeron de mí".

Bélgica es un país con muchos valores y poca noción de nación. Tiene tres lenguas oficiales y cada uno de estos idiomas se habla en alguna zona del país: holandés en el norte, francés al sur y alemán en una pequeña franja al este de la pequeña nación europea. Por esto, el plantel del equipo de Martínez decidió comunicarse en inglés durante el Mundial. 

"Quiero ser como Lukaku. Mis padres son de Congo, pero yo belga. Bélgica es mi hogar. Así que usaré la camiseta de la Selección", dijo un niño que juega en la misma escuela de fútbol en la que se desarrolló el 9 del Manchester United al sitio Roads and Kingdoms.

Así terminó Lukaku su carta: "Ya no hay ratas en el departamento. Ya no dormimos en el suelo. Ya no me piden el documento, ahora saben quiénes somos".

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