Ocampos, Salzburgo vs. SevillaGetty

La eliminación del Sevilla en la Champions League: un fracaso deportivo y económico

La UEFA Champions League 2021-2022 ha supuesto la mayor decepción del Sevilla en la máxima competición continental. Es la segunda vez en su historia que el club de Nervión no supera la fase de grupos pero en esta ocasión lo hizo en un grupo en el que era claro favorito con Lille, Salzburgo y Wolfsburgo y no como en 2015 cuando cayó a manos de dos gigantes como Manchester City y Juventus

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La caída europea supone una muesca más en la negra historia del Sevilla en la Champions League, un torneo que se le resiste y en el que definitivamente no se siente cómodo. De hecho, los de Nervión que han firmado gestas a nivel continental en la Europa League ante equipos de la talla de Liverpool, Inter o Manchester United, han caído en la máxima competición continental ante rivales ante los que se presumían superiores como Fenerbahce, CSKA de Moscú, Leicester o ahora Salzburgo y Lille.

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Más allá de proyectos y entrenadores, el club parece no haberle tomado la media al torneo más importante del mundo. Como muestra, la concatenación de errores propios que le han llevado a la eliminación en esta temporada: los 4 penaltis en contra en sus partidos como local ante Salzburgo y Lille, los nervios ante los franceses en un partido que tenían dominado o el escaso dominio de las dos áreas que ha mostrado en cinco de los seis partidos de la fase de grupos.

Ganando sólo 1 de los 6 encuentros es imposible pasar de ronda y casi un milagro tener al menos la oportunidad de caer a la Europa League. La debacle tiene muchos padres y causas variadas.

En primer lugar, muchos jugadores han estado lejos de su nivel y han cometido errores impropios. Los penaltis cometidos por jugadores de la experiencia de Navas o Delaney son una rémora inasumible en la élite y una losa a nivel defensivo para un equipo acostumbrado a no conceder casi nada y basar su fortaleza en mantener su puerta a cero.

El escasísimo acierto goleador ha sido la otra gran rémora deportiva. La lesión de En Nesyri, que el curso pasado se destapó precisamente con sus actuaciones en a fase de grupos, ha lastrado la pólvora de un equipo con poco gol. Rafa Mir ha pagado su inexperiencia y ha estado lejos del nivel que exige este tipo de torneos a los delanteros, Munir ha vuelto a mostrar sus dificultades jugando como referente y su cabezazo al larguero ante el Salzburgo ha acabado siendo el paradigma de la ineficacia que ha condenado al Sevilla.

Además, el Sevilla ha demostrado una preocupante falta de oficio. Algunos jugadores como han dejado claro que aún no están listos para una competición tan exigente pero los Delaney, Navas o Papu Gómez, curtidos en este tipo de competiciones, han estado muy lejos de transmitir seguridad al resto de sus compañeros.

Por su parte, Lopetegui ha tenido serias dificultades para cambiar encuentros a contraestilo. El Sevilla es en España más fuerte físicamente que la mayoría de sus rivales pero en este grupo tenía tres rivales construidos para presionar y correr a su espalda y en casi ningún partido ha sabido sujetar a los rivales. Además, en cuatro de los seis encuentros se vio por detrás en el marcador y sólo dos de ellos fue capaz de al menos marcar un gol. Como ya se ha visto en algún encuentro también en Liga, el técnico no gestiona bien las desventajas y en la derrotas ante el Lille o el Salzburgo acabó desdibujando mucho a su equipo.

Por último pero no menos importante aparece la figura de Monchi, que asumió públicamente la responsabilidad de la eliminación y aseguró que se ha equivocado en la confección de la plantilla. Lo cierto, aunque en Salzburgo llegó con una lista de bajas muy preocupante de jugadores capitales, es que la plantilla ha vuelto a demostrar como ya le ocurrió el curso pasado en octavos ante el Borussia Dortmund que adolece de velocidad. Sólo Ocampos y Acuña ponen una marcha más a nivel ofensivo y en buena medida sus actuaciones le han sostenido en los últimos partidos. Además, el rendimiento de fichajes de esta temporada como Delaney o Rafa Mir ha estado lejos de lo esperado en la Champions, mientras que Óscar o Idrissi, que ni siquiera fue inscrito, han confirmado las sospechas de que les falta nivel.

Además, el Papu Gómez sigue sin encontrar su sitio en el esquema de Lopetegui y entre lesiones y actuaciones discretas no ha terminado de romper en el Sevilla. En definitiva, la columna vertebral a excepción de Acuña o Rakitic sigue siendo la que ganó la Europa League en 2020 y casi ningún fichaje posterior se ha hecho un hueco en el once.

Ahora, un buen papel en la Europa League podría hacer olvidar el fracaso en la Champions pero precisamente porque la ha conquistado en seis ocasiones, el Sevilla sabe mejor que nadie la dificultad de esta empresa. De hecho, no quedarán ya equipos en la Europa League, salvo contadas excepciones, de nivel inferior a Salzburgo, Lille o Wolfsburgo y que la final sea en el Sánchez-Pizjuán supone un aliciente pero a la vez una presión más que gestionar.

Por último, la Champions supone un escaparate a nivel deportivo que te mide para el gran público. El Sevilla quería dar un paso más para colarse entre los más grandes y se le sigue resistiendo. A nivel de imagen, una eliminación así te marca de puertas para fuera pero también hacia dentro, ya que cualquier jugador de la plantilla reconoce el aliciente extra que supone jugar la máxima competición continental tanto para fichar, como para renovar o incluso escuchar o no cantos de sirena desde el exterior.

Un agujero económico de 30 millones de euros

Al margen de lo deportivo, la eliminación supone también un gran problema económico. Los de Nervión presupuestaron ingresar 83,3 millones por su participación en la Champions y tenían asegurados percibir unos 40 millones sólo por paticipar. 15'64 se derivan de clasificarse para la fase de grupos y en torno a 25 millones por el coeficiente UEFA, donde ostenta el 11º mejor de los equipos que participan en el torneo.

Además, el Sevilla ha ingresado otros 5'6 millones de euros por los tres empates (930.000 € por cada uno) y la victoria ante el Wolfburgo, que tiene un premio económico de 2,8 millones de euros. En total, entre 45 y 46 millones de euros al que habría que sumar el 'market pool' para superar ligeramente los 50 millones de euros

Sin embargo, el Sevilla esperaba ingresar 20,2 millones más por llegar a octavos (10,6) y a cuartos (9,6) y hasta 10 millones más como premio a victorias y derivados por el market pool por seguir jugando.

Por contra, disputar los dieciseisavos de final de la Europa League sólo supone 500.000 euros de ingresos. No obstante, la segunda competición continental sí podría paliar en buena medida este descuadre de más de 30 mllones de euros pero sólo si vuelve a levantar el título o al menos se acerca a ello. Si el Sevilla ganase la Europa League por séptima vez, ingresaría un total de 15 millones de euros, a los que habría que sumar 3,5 derivados de disputar la hipotética final de la Supercopa de Europa que podrían llevar la cifra hasta los 18,5 millones.

Las ventas, inevitables este verano

El club ya presupuestó obtener un beneficio por traspaso de jugadores de 11 millones de euros antes del 30 de junio pero esa cantidad va a cer crecer al no alcanzar los objetivos en la Champions y elevar la cifra de beneficiones que necesite generar por traspasos a unos 40 millones en el peor de los casos si cae eliminado en la Europa League en dieciseisavos.

El Sevilla cuenta con distintos jugadores que podrían generar plusvalías de ese tipo como Jules Koundé pero tendría que ser a un precio elevado. Además, el descuadre económico también afectará a los planes en el mercado invernal, donde el presidente Pepe Castro ya anunció que habrá movimientos pero "con cabeza". En definitiva, la derrota en Salzburgo va a ser una losa tanto deportiva como económico de la que el Sevilla ya debe empezar a trabajar para reponerse.

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