Frío y calculador. Una de las principales cualidades de Raúl Jiménez es su temple para ejecutar la pena máxima. "El secreto para marcar penales es tener confianza y saber que no voy a fallar. Además hay que tener tranquilidad", había confesado hace algunos meses el futbolista mexicano cuando le consultaron por su efectividad perfecta.
Justo en su partido estreno con la camiseta del Wolverhampton, el ex-América y Benfica, que no había desperdiciado ningún penal en su carrera profesional, cortó su racha positiva.
Tras igualar sin goles ante el Bochum en las semifinales de la H-Hotels Cup, el partido entre los Wolves y el equipo de la segunda división alemana se decidió con remates desde los doce pasos, donde se esperaba que el mexicano sacara a relucir todo su talento, ya que hasta el momento había pateado 19 penales y los había metido todos (10 con América, 6 con Benfica y 3 con la Selección).
Sin embargo, un día Jiménez falló: el arquero Felix Dornebusch le desvió con los pies su disparo, los alemanes se impusieron 5-4 en la tanda de penales y Wolverhampton no pudo llegar a la final del certamen.