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El extraño puzle de Ansu Fati

Desde que Ansu Fati cayó lesionado de gravedad ante el Betis, hace dos años, su carrera se está enmarañando. Nada extraño después de pasar cuatro veces por el quirófano y de haberse negado a pasar una quinta, desoyendo los consejos de los servicios médicos para apostar por un tratamiento conservador. En los mentideros de Barcelona se suceden teorías. Unas rezuman normalidad y otras apuntan al lado menos soleado de la realidad. Ansu lleva cinco meses ejercitándose con el grupo. Por tierra, mar y aire, se publican, publicitan y airean sus datos de GPS, y sus gráficas de velocidad y potencia, pero el campo no miente. 

El caso de Ansu empieza a ser sorprendente. Entre un pasado de lesiones traumáticas y un futuro que se considera esplendoroso, asoma su presente. Uno que se alimenta de una relación inversamente proporcional: cuanto más gráficas de rendimiento aparecen, menor es el número de minutos que juega. Curioso. Hasta la fecha, solo ha jugado un partido de titular, ante el Viktoria Plzen. Y como apunta el compañero Xavi Torres en el SPORT, desde que se lesionó en Balaídos, Ansu solo ha disputado 15 de 45 partidos posibles y ninguno completo. Hace un año, en el Barça estaban convencidos de que Ansu sería el gran referente. Ese era el plan del club, esa era la hoja de ruta y esa era la llama de la esperanza que se prendió desde los medios de comunicación para que los socios abrazasen una nueva ilusión. 

Ansu irrumpió en escena como un chute de optimismo, como el nuevo gran producto de la factoría La Masia, como el hombre-gol llamado a ocupar el gran vacío que dejó Messi en el corazón de los socios, cuando le dijeron que no podía seguir. El superagente Jorge Mendes le consiguió estatus de estrella, los premios se sucedieron, la crítica se entusiasmó, el club se apresuró a entregarle la icónica camiseta con el diez a la espalda con el 'cadáver deportivo' de Messi aún caliente, y cuando todo parecía ir viento en popa a toda vela, el carrusel de lesiones hizo saltar todo por los aires. Ansu, que iba a ser la gran estrella del futuro del Barça, hoy es suplente. Y de propina, también lo es en la selección. Xavi no es ningún ingenio. Y Luis Enrique, aún menos.

Parecía ser el nuevo niño prodigio de España y que tendría fija para el Mundial de Qatar, pero algo se ha roto y aunque siguen apareciendo datos de métricas, potencia, velocidad y rendimiento, Ansu ya no es intocable. Al contrario, ahora es prescindible. Luis Enrique, que no se casa con nadie y que fue su gran protector y avalista, le convocó en verano para cuatro partidos, pero en esa gira no jugó ni un minuto. Y ahora, no está en los planes del seleccionador. Si el Mundial fuera mañana, Ansu lo vería por TV. Luis Enrique, que tiene piel de elefante y va sobrado de personalidad, lo tiene más claro que el caldo de un asilo: ahora mismo, no está para entrar en ninguna lista porque no da el nivel exigido. Hay quien cree que Ansu volverá, que está cumpliendo los tiempos y que revertirá su situación, en el Barça y en la selección. Otros empiezan a creer que algo no termina de encajar en el relato oficial sobre Fati y que en este puzle faltan piezas. El tiempo despejará la incógnita. Mientras tanto, el caso Fati se corresponde con una relación inversamente proporcional: cuanto más gráficas de rendimiento aparecen, menos juega. Y ni Xavi ni Lucho son unos irresponsables. Ninguno tira piedras contra su propio tejado.

Rubén Uría

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