Por lo general, cuando miras el vídeo-marcador durante un partido en el Estadio Johan Cruyff, sede del equipo femenino de Barcelona, la lista de goleadores presenta casi exclusivamente los nombres de las estrellas más importantes de los campeones europeos.
La ganadora del Balón de Oro Femenino, Alexia Putellas, ha anotado 14 veces en ese lugar esta temporada. La Jugadora del Año 2017 de la UEFA y la FIFA, Lieke Martens, ha anotado 10 goles. Jenni Hermoso, la máxima goleadora de todos los tiempos del Barça y España, suma seis.
Sin embargo, en octubre, durante 11 minutos, solo había un nombre en el tablero, y estaba del lado del equipo visitante.
¿El nombre ahí arriba? El de Jordan Clark, una jugadora de 32 años que jugaba su tercer partido como futbolista profesional.
Al final, el Barça saldría victorioso ante el Deportivo Alavés, ganando 9-1.
Cuando sonó el silbato de final del partido, Clark miró el marcador electrónico. Su nombre fue superado en número, pero todavía estaba allí.
"Vi mi nombre y me di cuenta de que estaba en su estadio, en ese campo y tuve ese momento... Todo eso te golpea como una ola", dice Clark a GOAL.
“Todo por lo que he luchado y he dejado sangre, sudor y lágrimas en el camino hasta aquí, para que me lleve a algo así, marcar contra el mejor equipo del mundo y ser el primero en la temporada en hacerlo, es simplemente una locura”.
Dos meses antes de ese gol, había aterrizado en Viena en su 32 cumpleaños para perseguir su sueño de ser futbolista profesional.
Lograr esa ambición ha sido difícil. Cuando Clark se graduó de la universidad en los Estados Unidos, la liga superior del país se había cerrado, por lo que no había un draft universitario para ingresar.
Una oportunidad en Alemania no resultó ser el trampolín que esperaba.
Clark regresó a casa y asistió a todas las pruebas que pudo durante varios años, pero es un proceso exigente, especialmente mientras intentaba mantenerla a ella y a su prometido financieramente estables mientras él trabajaba para convertirse en piloto.
En abril del año pasado, se instaló en un trabajo de tiempo completo y compró una casa con su pareja.
Luego, en agosto, se presentó nuevamente la oportunidad de ir a Europa y perseguir ese sueño. Clark se lanzó a ello.
“Esto es algo que me ha estado quemando desde que tengo uso de razón”, dice, señalando el “impacto masivo” que tuvo el icónico equipo ganador de la Copa del Mundo de 1999 de Estados Unidos en su deseo de convertirse en jugadora profesional.
“Crecí siguiendo a Michelle Akers, Mia Hamm, y eso definitivamente provocó mucha inspiración. Eso fue de donde creo que obtuve mi impulso”.
“Ni siquiera sé si sabía que realmente había una liga profesional. Yo pensaba: 'quiero hacer lo que están haciendo. Eso es genial'".
Dejó unas vacaciones familiares para volar a Austria y, después de impresionar en una prueba que incluyó un partido contra el Bayern de Múnich, los comentarios apuntaban a un contrato.
“Desafortunadamente, al final, se complicó con una transferencia extranjera de los EE. UU. y algunos problemas de presupuesto”, dice Clark.
“Para mí fue un '¡Sí, sí, sí!', estaba segura de que iba a ser una oportunidad. Luego, en el último segundo, fue como, '¡Oh, no!'".
Clark estaba atrapada en Viena. Sola Abolaji, una ex profesional, estaba pasando otra prueba mientras se quedaba con su amiga, pero las cosas no pintaban bien..
“Estaba hablando por teléfono con Sola y me dijo: 'He llamado a todos. La ventana de transferencia se está estrechando, nuestra línea de tiempo se está cerrando. Lo he intentado, simplemente no hay nada por ahí en este momento. Creo que tendrá que ser hora de irse a casa'”, recuerda Clark.
“Dijo esas palabras, y no bromeo, dijo: 'Espera, estoy recibiendo una llamada ahora mismo. Tengo que coger esto'".
Del otro lado del teléfono estaba Ella Masar, una ex internacional estadounidense que jugó en el Paris Saint-Germain, Chicago Red Stars y Houston Dash, entre otros, antes de convertirse en representante de jugadoras.
Sabía de una oportunidad con el Madrid CFF, el equipo que terminó séptimo en la máxima categoría española la temporada pasada. Querían una centrocampista defensiva, la posición de Clark.
Voló directamente a España pero, para su sorpresa, se encontró jugando de lateral en un partido de prueba contra el Real Madrid.
A pesar de que salió bien, el club se dio cuenta de que necesitaban ocupar ese puesto.
"En realidad no tenía nada en el aier para después de eso", recuerda. “Incluso me preguntaron: '¿Qué vas a hacer ahora?' Estoy como, 'No sé. No tengo ni idea'".
Sin embargo, Masar siguió "haciendo su magia" y Clark estaba camino del Alavés en dos días. Fue allí donde finalmente obtendría su oportunidad, una recompensa por nunca darse por vencida, a miles de millas de su hogar..
Todo ha ido muy bien. El equipo recién ascendido es décimo en la Liga, muy lejos de cualquier tipo de peligro, y en un momento estuvo a solo seis puntos de un puesto en la Liga de Campeones.
Hay una clara ambición dentro del club en lo que respecta al equipo femenino y las actuaciones son alentadoras.
En cierto modo, tiene sentido que Clark terminara en el Alavés. Sus situaciones desamparadas se alinearon perfectamente a través de un camino loco. Ambos también poseen una ambición más allá de lo que la gente puede esperar.
“Me encantaría luchar por un lugar en la Liga de Campeones si podemos hacer que eso suceda”, dice Clark.
“Nunca supe si iba a tener esta oportunidad, pero quiero ver a dónde soy capaz de llegar en el tiempo que me queda”.
"Ni siquiera estoy segura del potencial, pero me gustaría llegar lo más alto posible. Jugar un partido de la Liga de Campeones, en algún momento de mi carrera, sería simplemente fenomenal".
“He sabido que esto es siempre lo que quería. Por mucho que todavía te preguntes después de escuchar un no, en el fondo sentí que era algo que podía hacer. Que tenía la capacidad, si me dieran una oportunidad real”.
>Ella está aprovechando al máximo ahora esa oportunidad.>