Partido definitivo para dos escuadras acostumbradas a pelear en instancias finales y que llegaban a este encuentro con realidades distantes, América completo, a pesar de la baja de su máxima estrella por acumulación de tarjetas, y Junior con el trajín de su partido a mitad de semana por Sudamericana y varias bajas debido al coronavirus.
América fue un equipo ordenado y que supo esperar, teniendo claro que Junior venía de un desgaste importante y con la necesidad de proponer en su casa para asegurar el resultado y el tiquete a la gran final, donde ya espera Santa Fe, la paciencia de La Mecha vio sus frutos al terminar la primera mitad con una ventaja de dos goles.
Inagotable y siempre líder, Adrián Ramos guió a sus compañeros con resiliencia y madurez, aportando en el marcador y manteniendo a los más jóvenes con la mente puesta en el partido, de esa clase de liderazgo careció un Junior que se vio confundido por momentos y que más allá del empuje de Borja, se desconectó por largos pasajes del encuentro, cediendo la pelota y la iniciativa a la visita.
La segunda mitad vio a un local más concentrado, pero notablemente afectado por las bajas y ausencias de jugadores como Teófilo Gutiérrez, que a pesar de estar en el banco e ingresar para dar una mano a su equipo, no consiguió hacer un aporte significativo, pues más allá de este cambio, Perea eligió jugársela por su once inicial hasta los minutos finales cuando se decidió a meter un cambio y sacar a Cetré para buscar un gol que le diera oxigeno con Rangel.
Con el pitazo final se hizo evidente la desazón del Junior, que luchó con todo lo que tenía a la mano, pero que no pudo equilibrar la balanza entre el desgaste, la mala fortuna y un rival que disputó cada minuto del encuentro como si se tratara de la propia final. Celebra el América de Cali, que alcanza su segunda final en línea y que sueña, ahora más que nunca, con revalidar el titulo que consiguió hace un año.
