Nacional ganó y goleó. ¿Gustó? Se puede definir de manera relativa. Porque, bajo la lupa del marcador, un 5-0 no debería dejar lugar a dudas de una demostración exuberante de fútbol. Sin embargo, el trámite mostró algo diferente para dejar en duda esa última cualidad del equipo de Alexandre Guimarães.
Ese bache fue entre el segundo y tercer gol del equipo, lapso interrumpido por el entretiempo, en el que Nacional bajó el ritmo del partido casi a los 0 kilómetros para conformarse con la ventaja parcial y darle algunos minutos de protagonismo a un Alianza Petrolera que poco hizo.
¿Instrucción del técnico? ¿Circunstancia de partido? ¿Decisión de los jugadores para regular por el calendario? Sea cual sea la razón, lo cierto es que fue el único “pero” de un equipo que volvió a hacer gala de su poderío como local y es un punto que no se puede descuidar porque ante rivales más fuertes o en Copa Libertadores, pueden pagar un altísimo precio.
Con una nómina renovada, con la dupla Rovira – Gómez entregando mejores prestaciones que la ya conocida Rovira – Perlaza, un Álvez compenetrado, un Castro suelto y un Jarlan totalmente desenfrenado en genialidad, Nacional fue mucho más que el rival, ganó por largo mérito y retomó la confianza que los dos últimos resultados habían minado.
Esa confianza relució en la etapa complementaria, cuando aún con modificaciones a la estructura original y siempre que se lo propuso, el Verde sacó lo mejor de su repertorio y volvió a dejar en evidencia la fragilidad petrolera en defensa. Una confianza que se revitalizó de mantera importante pues para el debut en Copa solo faltan nueve días y ningún detalle puede quedar sujeto al azar.
