El 30 de agosto, fecha en la que se cerró el mercado de invierno, había una opinión casi unánime entre aficionados y analistas: no había equipo, al menos en España, que haya fichado tan bien como el Atlético de Madrid. Después de una temporada 2023/24 que sin ser del todo decepcionante no había estado a la altura de lo esperado, la directiva del colchonero decidió que era momento de satisfacer todos y cada uno de los pedidos de Diego Simeone, que tiene espaldas de un tamaño que le permite exigir.
Entonces Enrique Cerezo fue y gastó casi 200 millones de euros. Fichó a Conor Gallagher, a Robin Le Normand y sumó cedido a Juan Musso. Pero la mayor parte de todo el dinero la invirtió en dos delanteros: Julián Álvarez y Alexander Sorloth, un campeón del mundo con Argentina y el segundo máximo anotador de la temporada anterior. 75 y 32 millones, respectivamente, sin contar los bonus por objetivos.
Transcurridos ocho partidos de LaLiga, el Atleti marcha cuarto con 16 puntos, pero apenas dos partidos donde fue ampliamente superior a su rival, cuando venció al Girona y al Valencia, ambos por 3-0; y en la Liga de Campeones, después de ganarle in extremis al RB Leipzig en el Cívitas Metropolitano, pasó vergüenza en Lisboa ante el Benfica, que lo goleó por 4-0.
Y muy cerca del Estadio da Luz, pero en la ciudad de Porto, un despreciado por el Cholo no para de convertir: Samu Omorodion, que regresó de una cesión en busca de un lugar, nunca fue considerado, se marchó por la puerta de atrás y hoy es uno de los delanteros con mejores estadísticas de toda Europa. Y para el 'Cholismo', sin dudas es un duro golpe.