Zidane Francia Brasil Cuartos de Final Mundial Alemania 2006Michael Steele/Getty Images

El mejor partido del mejor jugador alguna vez expulsado

Después del fracaso en la Copa del Mundo de Corea y Japón, Zinedine Zidane solo podía pensar en una cosa: redención. La oportunidad no tardó en llegarle. Tan solo tuvo que esperar cuatro años, en el siguiente Mundial . El de Alemania 2006. El del cabezazo. El del mejor jugador yéndose, cabeza gacha, por la puerta chica, sin siquiera mirar el trofeo que había levantado ocho años antes, tras un arrebato de furia ante Fabio Materazzi. Fue un 9 de julio.

Al argelino lo reconocieron siempre por su talento para controlar la pelota y para ponerla donde él quería. Pero también por tener un temperamento dispar. Durante la cita del '98 ya había atravesado un episodio similar, aunque en la fase de grupos y ante un rival notoriamente inferior: Fuad Amin, el capitán de Arabia Saudita, quiso sacarle el balón desde atrás yendo al piso, golpeó al '10' de Francia, y él, en represalia, le clavó los tapones en la pierna. El partido terminó 4-0 a favor de su equipo y la roja solo quedó para la estadística. 

Aquel certamen estuvo diseñado para ser suyo. No porque el anterior no lo haya sido, sino porque el nivel desplegado por Zidane en aquella edición venía siendo estelar, especialmente ante Brasil, el campeón del mundo vigente, en cuartos de final. Fue un despliegue digno del fútbol total: según una recopilación de datos de Opta, tocó 92 veces la pelota, remató dos veces al arco, generó cuatro chances de gol, eludió siete rivales, recibió cuatro faltas, completó 54 pases -con un 85% de efectividad- y, obviamente, dio la asistencia para el gol de Henry. Un centro perfecto para un definición perfecta al segundo palo.

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Después, llegaría la final. El golpe a Materazzi. Horacio Elizondo y la repetición en la televisión. La roja. La foto sin ver la copa. Esa que debió ser suya, pero que se fue a las manos de Cannavaro.

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