Sin De Paul no hay Scaloneta

Apenas finalizó el primer tiempo del partido frente a México por la segunda fecha del Grupo C del Mundial de Qatar 2022, la primera tendencia en Twitter en territorio argentino, con muchísima diferencia respecto a las demás, era Rodrigo De Paul. Tras 135 minutos de fútbol, la Selección que había vuelto a enamorar al público y tenía ilusionado a todo un país acumulaba una impensable derrota 2-1 frente a Arabia Saudita y no le había pateado al arco al Tri en un partido donde un gol del rival la eliminaba de un certamen al que llegaba como claro favorito a los ojos de todo el mundo. Y todos los males parecían tener un único responsable.

Un par de malas entregas y alguna pérdida por trasladar de más pusieron a De Paul en el ojo de la tormenta, tal vez más por una cuestión de arrastre luego de su floja actuación en el primer partido (en el que entregó 20 pases mal, más del doble que cualquier otro futbolista albiceleste, y perdió 23 pelotas) que por lo que hizo en esa etapa inicial contra el equipo de Gerardo Martino. Incluso, la despiadada crítica en muchos casos no estuvo respaldada por ningún argumento futbolístico: la segunda tendencia en la red social del pajarito en los minutos donde cada TL era una catarata de cuestionamientos al mediocampista era su actual pareja, Tini Stoessel y la décima, Camila Homs, su ex.

No sorprende. En tiempos de Mundial, la conversación futbolera incorpora a miles de críticos golondrina y el alto perfil mediático que adquirió RDP desde la consagración en la Copa América de 2021 -con su nombre casi tan mencionado en los programas del corazón como en los deportivos y en los que dicen serlo- lo vuelven un blanco fácilmente reconocible. Y al no tener el paraguas protector de un pasado en "Bover", el pedido de su cabeza por parte de la turba iracunda pareció unánime.

Sin embargo, De Paul jugó los 180 minutos en Qatar. En un equipo que tenía todo claro y que, derrota con Arabia mediante, se convirtió en un enorme signo de interrogación, es uno de los únicos cuatro que estuvo siempre dentro del campo de juego junto a Dibu Martínez, Nicolás Otamendi y Lionel Messi. Pero mientras algunos de memoria corta desentierran el gastado argumento de los amigos del Diez para justificar la postura de Lionel Scaloni, hay múltiples motivos futbolísticos para entender las razones del DT.

El hombre surgido del Predio Tita Mattiussi es el motor de esta Argentina desde que se asentó definitivamente en el once inicial, allá por la Copa América 2019, y especialmente desde que conformó ese mediocampo que salía de memoria junto a Leandro Paredes y Giovani Lo Celso. Pero la baja de Gio obligó a reconfigurar la estantería sin tiempo para probar y el primer intento no resultó: en el debut en la Copa del Mundo, De Paul quiso asumir un rol de conductor que no ejerce desde sus tiempos de Udinese (y que nunca tuvo en el combinado nacional) y dio 83 pases, más del doble de los que promedió por encuentro en el certamen continental del año pasado y 20 más de la media que tuvo en las Eliminatorias.

Contra México, en cambio, el actual jugador de Atlético de Madrid volvió a las fuentes y buscó ser más eje que manija: con una cantidad de pases más acorde a lo que acostumbró durante todo el ciclo (65), RDP fue el único de los 11 titulares de Argentina que recibió al menos una pelota y le entregó un pase a todo el resto de sus compañeros (con la excepción de Lautaro Martínez, que estuvo tan desconectado del circuito colectivo que apenas dio tres pases, mientras que recibió seis balones). Y aunque tuvo algunas entregas defectuosas en lugares peligrosos, su efectividad en la distribución fue sin dudas más alta de la imagen que quedó en el imaginario colectivo, un 86,15%, la cuarta mejor marca del equipo.

Sin embargo, lejos de los números, el mayor capital de RDP está en lo simbólico: no hay jugador que represente más el espíritu de esta Selección argentina que el de Sarandí. Rodrigo De Paul es la personificación de la Scaloneta. Por eso, así como su rendimiento fue una de las principales razones del invicto de 36 partidos, cuando el volante baja el nivel, el equipo lo siente.

¿Los motivos del bajón? La salida de Lo Celso y el obligado reordenamiento del medio seguro influyeron, así como también la pobre actuación de su socio Leandro Paredes frente a Arabia y de Guido Rodríguez (que entregó más pases mal que De Paul en menos tiempo de juego) contra el Tri. Pero tampoco puede dejarse de lado el traumático semestre que vivió en el Atleti, con un Diego Simeone que sólo le dio dos partidos completos entre Liga, Copa del Rey y Champions League y una directiva que lo mira cruzado por su decisión de encarar la temporada con el Mundial como primera prioridad.

Sabe De Paul que está en deuda. Sin embargo, frente a México dejó en claro cómo afronta el momento: lejos de bajar la cabeza ante la adversidad, el volante redobló esfuerzos para ser opción constante para sus compañeros y, con 22 kilómetros recorridos, es el jugador argentino que más desgaste realizó entre los dos partidos.

Contra Polonia, el miércoles, el entrenador todavía no definió quién será el mediocampista central, ni quién se parará como interior por la izquierda. Lo que está claro es que el 7 seguirá en el equipo. Porque sin De Paul no hay Scaloneta.

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