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Osorio le mandó un mensaje al mundo: México no le tiene miedo a nadie

Iban 15 minutos del primer tiempo y la línea de cuatro defensores de Alemania (Kimmich, Hummels, Boateng y Plattenhardt) no entendía muy bien lo que estaba pasando. Cada uno de esos europeos tenía justo adelante a un mexicano. No fue un sueño ni un partido de Play Station: por momentos, Juan Carlos Osorio le puso cuatro delanteros al campeón del mundo. Por la derecha, Miguel Layún se paraba como extremo. Vela y Chicharito, justo al lado de los centrales. Chucky Lozano encaraba por izquierda. En el mediocampo, un vacío gigante que el equipo de Löw no pudo sacar provecho.

Fue idea de Juan Carlos Osorio. El entrenador colombiano, criticado por sus eternas rotaciones y no haber llegado al Mundial Rusia 2018 con un XI definido, decidió salir a atacar al campeón del mundo. El efecto no solo fue positivo para el Tri si no que terminó afectando de manera negativa a Alemania, quizás el equipo más dominante del mundo. México le cortó la fase de inicio del juego al conjunto de Löw. Neuer, acostumbrado a ceder el balón a alguno de los centrales, ahora no tenía opciones por la presión. Se vio obligado a saltear pases. Y el equipo europeo no supo qué hacer. 

Se habló demasiado sobre las posibilidades de México ante Alemania. Algunos decían que era imposible. Osorio no solo se paró en la otra costa de ese pensamiento. Creyó más que el fiel más loco de la Selección. Se imaginó que el daño iba a estar en la agresividad. Y le salió bien

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No fue un detalle aislado lo de los cuatro delanteros sobre los defensores alemanes. Fue mucho más. Porque la línea de cuatro del Tri se paró bien adelante, casi en la mitad de la cancha. Achicó los espacios y dejó sin margen a Alemania, que no tuvo nada de movilidad. Osorio le mandó un mensaje al mundo: México no le tiene miedo a nadie. Valiente, arriesgó como si fuera un amistoso, como si empatar o perder no fueran opciones.

Claro, a partir de los 30 minutos del segundo tiempo la historia fue otra. Cuando Álvarez entró por Vela, la historia cambió para siempre. Aunque nunca terminó de meterse atrás, sí cambió la actitud de juego. En esas secuencias, el entrenador colombiano se hizo camaleón, más que pragmático. Tiró a la basura el planteo más que ofensivo y decidió cuidarse. Creyó que era imposible mantener el ritmo.

Más allá del resultado histórico, México se lleva el alivio de jugar de una forma que casi ningún otro equipo del mundo se hubiera imaginado. Por sus jugadores, sí, pero también gracias a su entrenador.

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