Ex-Niño
Alexis, otrora wonderkid de Udinese, guía a las nuevas generaciones de ataque de Chile e Inter como un delantero total.

Referencia de la Generación Dorada, el tocopillano no se encasilló más y le produce goles a club y selección cual líder en confianza.
Juega con una calma Alexis Sánchez, la que le redondearon los años. Tenerlo de tu lado es siempre un plus y, de paso, una contra trascendental para tu rival. Se enteraron en la Serie A, cuando el mundo se levantó en sorpresa ante un extremo de temer en el uno contra uno. En LaLiga dominó la competición en los flancos blaugranas. Lo supieron en la Premier donde su dupla con Özil descolocó a cual tipo de defensa tuviese al frente. Tantas experiencias de élite pesan en tu ADN, te erigen, te invitan a tomar partido por tus compañeros.
El camino de Sánchez Sánchez sería por bajo lógico si no fuese su creatividad y ganas de inventar formas de desarrollar buen fútbol la mayor virtud de su presencia en el campo, que frente a lesiones es más limitado que en el pasado reciente.
Las obligaciones del 7 de Inter están lejos de reducidas. Primero ordenado por Antonio Conte y luego por Simone Inzaghi, independiente del compañero, es quien genera las aperturas y quien incorpora lucidez al último cuarto, que hasta Calhanoglu se privaba de un '10' mientras en Sánchez, y su socio Vidal, las propuestas hallaban el hilo sin especialistas pero entusiastas cracks encariñados con el esférico y criteriosos para entregarla.

No se despega de la varita mágica Alexis en otro año pre-mundial. Si quiere terminar deleitando en Qatar, en su más seguro último certamen mundial al más alto nivel, debe cumplir hasta el cierre con la faena más compleja: ganar con Chile y así hacerse con uno de los 4.5 lugares en la Copa del Mundo.
Consciente de que en sus pies está la gloria que otorga la sorpresa, Sánchez viene acostumbrándose a confiar en quienes cuentan con las cualidades que han desaparecido con su maduración, como el sprint. En ese sentido, Perisic, Dumfries y Darmian le son tan útiles como Meneses, Isla y Mena. Da instrucciones, reparte, recibe, monta paredes y se barre si la situación lo amerita.



De extremo al eje central de la generación de goles. Está resolutivo, directo, preciso en dónde hacer el gasto.
La mera presencia de Dilla en el ataque supone uno de los más grandes signos de alerta en el fútbol.
Diez goles avalaron su campaña en el 2021 entre enero y diciembre, pese a que debió imponerse en la lucha lesiones que le frenaron su desarrollo y consideración en Inter.
El circuito interior de juego llamó la atención del Barcelona, y no es una sorpresa pues además de contar con el ADN Barça puede rendir en cualquier posición de la línea de los finalizadores: es enganche como puede ser puntero, segundo delantero y centroforward si Lukaku, Edu Vargas, Dzeko o Lautaro Martínez necesitan relevo.

Es, por disputar poco más de la mitad de los minutos con el Nerazzurri, con quien consiguió un título tras 4 años desde su última Community Shield con el Arsenal, y una Supercoppa por su capacidad resolutiva al ganarle la definición a Juventus en el minuto 121, una oportunidad de mercado ideal por el bajo coste de su pase, aunque compleja ante una ficha carísima que lo sitúa entre los mejor laureados de la primera categoría. Cada empresario que apuesta por contratarlo sabe que con el salido de Cobreloa se asegura asistencias, goles, explosividad y que va a contagiar a sus colegas. Es recurrente que los incite a avanzar para demostrar de qué son capaces.



En 2021, Genoa, Parma (2), Sampdoria (2), Argentina, Sheriff, Paraguay, Cagliari y Salernitana sufrieron su furia goleadora y finiquito.
Sánchez no escapó a la refriega y pasó de grande a gigante en la batalla del círculo central, su zona favorita para recuperar y trasladar las acciones al arco rival de Chile o Inter.
Alexis dejó de ser un niño, el que se fijó un radar en Friuli, pero en su discurso todavía está la ilusión del día 1 y en su disposición las ganas de un juvenil.
Sin contar con los minutos deseados, el Alexis de 2021 demostró en sus dotes de resiliencia y espera la claridad para ser un aporte por más que los duelos figurasen resueltos o si estos suponían una traba que tachar en los minutos finales.
Sueña Sánchez a diario con más consagraciones, aún siente que le queda mucho por dar en las competiciones UEFA y su cotización no decae pues a la hora de demostrar no hay otro que tenga mayor entusiasmo por dejar una huella. Se lo terminó haciendo saber con expresiones faciales a Inzaghi cuando fue removido teniendo para completar sus estelaridades contadas con los dedos.

Sánchez es un fanático de cuidar sus círculos, de sentirse querido y demostrar de su cariño. En Inter encontró un grupo cohesionado, que no sale del 3-5-2 pese al cambio de entrenador y que se entiende como ganador y favorito en la mayoría de los rincones de Europa en los que se presenta. Su deuda es clarísima: en el terreno internacional no ha escalado a la altura de los campeones de Champions.




Con su país tocó el cielo tras 100 años de espera, pero el hambre nunca se le terminó.
El cuarto Mundial para Alexis Sánchez coronaría una carrera brillante de elogio generalizado, y dependiendo de si ese anhelo llega en 2022 o en 2026 aquel anhelo dará cuenta de distintas etapas de una maduración cada día más integral que en cada instancia muta y luce de distintos colores.
