Bielsa, el entrenador que rompió con la palabra fracaso

“Deberíamos aclararle a la mayoría que el éxito es una excepción: los seres humanos de vez en cuando triunfan. Habitualmente desarrollan, combaten, se esfuerzan… Y ganan de vez en cuando. Muy de vez en cuando”.
El 27 de agosto de 2009, en un auditorio del hotel Hyatt de Santiago inundado de empresarios, políticos y otros hombres de negocios que nada tenían que ver con la pelota, Marcelo Bielsa pronunció una frase que se volvió cita textual obligada para quienes buscan explicar su filosofía de vida y de fútbol (que, en su caso, es más o menos lo mismo). Menos de dos meses después de aquel discurso en el XXI Congreso Percade, el 10 de octubre, por la anteúltima fecha de las Eliminatorias Sudamericanas, Chile goleó 4-2 a Colombia en Medellín, se aseguró la clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010 y, de la mano del Loco, cortó una racha de 12 años sin presencia en la máxima cita de la pelota.
Tuvo que pasar más de una década y cuatro clubes para que el entrenador rosarino volviera a cumplir un objetivo deportivo al frente de un plantel: en su segunda temporada en Inglaterra y después de haberse quedado a las puertas en 2018/19, Bielsa logró devolver a Leeds United a la Premier League. Esta vez eran 16 los años que llevaba el equipo sin poder competir en el máximo nivel: desde su descenso en la temporada 2003/04, el club que supo disputarle la supremacía nacional a Manchester United en las décadas de 1960 y 1970 y fue finalista de la Copa de Europa en 1974/75 llegó a caer ala League One (la tercera división inglesa) y nunca, hasta la llegada del argentino, había finalizado por encima del séptimo puesto desde su ascenso al Championship en 2010/11.
En el fútbol se gana de vez en cuando. Y el Loco debió soportar durante todos estos años las críticas de esa prensa voraz a la que, con justa razón, tanto desprecia y que se regodeó cada vez que alguno de sus equipos perdía un cruce eliminatorio, una final o se quedaba sin combustible en el tramo decisivo de alguna liga: ese mote de perdedor serial que le impusieron en Argentina tras la eliminación en primera rueda del Mundial 2002 (el gran fracaso de su carrera) se trasladó a cada uno de los países donde dirigió tras su paso por la Albiceleste.
No es casualidad. Es el precio que debió pagar por la postura que adoptó en 1999, cuando decidió que ningún periodista tendría trato preferencial de su parte y su diálogo con los medios sólo sería a través de conferencias. Los dueños del circo no la aceptaron.
“¿Por qué le voy a dar una entrevista a un tipo poderoso y se la voy a negar a un pequeño reportero de provincias? ¿Cuál es el criterio para hacer una cosa así, mi propio interés? Eso es ventajismo”.
Por eso, para los especialistas en fútbol que no miran partidos, los analistas de juego que no saben leer una estadística y los campeones del mundo que nunca patearon un balón, Bielsa es un especialista en fracasos: en los 30 años que lleva de carrera como entrenador desde que asumió al frente del primer equipo de Newell’s a mediados de 1990, el rosarino sólo consiguió tres títulos en mayores, todos en el fútbol argentino, en la última década del Siglo XX y en campeonatos de una sola rueda.
La primera medalla dorada olímpica en fútbol de Argentina en su historia, conseguida sin goles en contra en todo el campeonato, por supuesto, no cuenta. Como tampoco el principal logro que ha tenido el Loco a lo largo de toda su trayectoria: el legado que dejó en cada uno de los lugares por los que pasó.
Para dimensionar la influencia que tuvo el DT en su ciudad natal basta con acercarse hasta el Parque Independencia de Rosario y leer la marquesina de la mole de cemento que se erige entre los árboles: el estadio de Newell’s no se llama Coloso Marcelo Bielsa sólo por las coronas del Campeonato 1990/91 y del Clausura 1992, ni por el subcampeonato en la Copa Libertadores de 1992.
Tampoco por el proyecto de infraestructura deportiva más ambicioso de todo el fútbol argentino que él mismo diseñó para el predio del club en la localidad de Bella Vista y para el que aportó dos millones de dólares, destinados a la construcción del hotel Jorge Griffa, inaugurado en 2018. El Loco instaló una escuela en la Lepra: entre los dirigidos por el DT durante esos dos años estaban, entre otros, Gerardo Martino -hoy seleccionador de México-, Eduardo Berizzo -entrenador de Paraguay- y Mauricio Pocchettino, finalista de la última Champions League con Tottenham.
Tras conseguir el segundo título en el club de su vida y alcanzar la final de la Libertadores, a mediados de 1992 Bielsa emprendió un nuevo desafío: Atlas lo contrató en México, pero no como entrenador, sino para que se hiciera cargo de la dirección general deportiva de la institución. Y aunque eventualmente un año después tomaría la dirección técnica del equipo, su verdadero trabajo estuvo en las fuerzas básicas del club. En los Zorros, Bielsa armó un sistema de captación de futbolistas con redes tendidas a lo largo y a lo ancho del país que aún actualmente, casi 30 años después, continúa en funcionamiento y fue emulado por otros conjuntos aztecas.
Entre los juveniles que llegaron al conjunto de Guadalajara durante los años del Loco estaban Rafa Márquez, Pavel Pardo, Oswaldo Sánchez y Jared Borgetti, entre otros. En el América, donde llegó en 1995, el argentino no logró repetir su éxito y se fue un año después enfrentado con la directiva, una situación que sería constante en su carrera: con Bielsa, lo que se pacta no se modifica. Y a los dirigentes deportivos no suele gustarles demasiado el status quo.
Después de cuatro años en México, en 1997 el rosarino fue contratado por un Vélez que venía de ganar tres títulos locales y cuatro internacionales (incluida la Intercontinental) en los cuatro años anteriores. El ciclo, que duraría sólo un año, fue puro aprendizaje para el entrenador, que debió imponer su innegociable metodología de trabajo y su inflexible idea de juego a un plantel que estaba acostumbrado al éxito con modos muy diferentes y tenía líderes con personalidades fuertes, como José Luis Chilavert. La convivencia no resultó sencilla al comienzo, pero en la segunda mitad de la temporada el Fortín hizo propia la causa del DT y ganó el torneo Clausura de punta a punta.



Tras dar sus primeros pasos como entrenador profesional, de una experiencia integral donde sus funciones excedieron las del campo de juego y del desafío de imponer su metodología en un grupo ganador, la etapa formativa de Bielsa estaba terminada y era el momento de dar el salto. Fue Espanyol de Barcelona el que le permitió llegar a Europa de cara a la campaña 1998/99. Pero su primera experiencia en el Viejo Continente duraría poco: apenas cuatro meses después de su llegada al club catalán, Julio Grondona lo eligió para reemplazar a Daniel Passarella en la Selección argentina. Un año antes, una encuesta realizada entre 226 futbolistas de Primera División de Argentina lo había ubicado 10° entre los candidatos a la sucesión del banco Albiceleste, con apenas el 1,33% de los votos.
El paso del Loco por el combinado nacional se desmenuzó largamente. Argentina alcanzó su pico de rendimiento durante las Eliminatorias y, en su mejor momento, se perdió la posibilidad de disputar la Copa América de 2001 por una decisión política de la AFA. Un calendario complicado a nivel clubes no ayudó y el equipo llegó agotado a Corea - Japón 2002, donde todos lo señalaban como uno de los grandes candidatos al título. La eliminación temprana marcaría todo lo que vendría después y la derrota frente a Brasil en la definición de la Copa América 2004, que significaba el regreso a una final tras nueve años, comenzaría a marcar el principio del fin. Sin embargo, todos los futbolistas que formaron parte estable de aquel ciclo quedaron marcados de por vida por el estratega. “En la etapa que me dirigió Bielsa, cuando yo estaba en Valencia, fui el mejor extremo del mundo. Con él sentí que competía desde otro lado”, reflexionó alguna vez el Kily González.
Agotado, Marcelo renunció a mediados de 2004 tras ganar el oro olímpico. En el primer partido de la Selección tras su salida, una bandera apareció en el estadio Monumental: “Bielsa, el tiempo te dará la razón”. Desde su salida y hasta la fecha pasaron nueve entrenadores por el banco argentino: ninguno logró completar un ciclo mundialista completo.
En 2007, Chile lo contrató para refundar un seleccionado que llevaba años sin rumbo y era más noticia por los escándalos de sus futbolistas que por sus resultados deportivos. El Loco se instaló en el predio de Pinto Durán y lo transformó en un centro de primer nivel: no sólo ideó algunas de las reformas realizadas, sino que acordó con la ANFP que el dinero que ingresara la Federación por sus charlas empresariales (como la de la frase del éxito) se invertiría para arreglar las obras. Bielsa también coordinó el trabajo de las selecciones mayores y juveniles. En los fríos resultados, el equipo clasificó a Sudáfrica 2010 y fue eliminado por Brasil en octavos de final, pero el verdadero legado fue otro: durante los cuatro años del ciclo Bielsa se sentaron las bases que llevarían a la Roja al bicampeonato de América.
Un dato alcanza para dimensionar su influencia en el fútbol chileno: en el plantel que el rosarino llevó al Mundial sólo había cinco jugadores que actuaban en alguna de las cinco grandes ligas de Europa (Claudio Bravo en Real Sociedad, Mauricio Isla en Udinese, Arturo Vidal en Bayer Leverkusen, Humberto Suazo en Zaragoza y Fabricio Orellana en Xerez), mientras que en la lista de 23 de Jorge Sampaoli en la Copa América 2015, eran 12. Y algunos jugaban en los clubes más importantes del planeta: Bravo estaba en Barcelona; Vidal, en Juventus; Alexis Sánchez, en Arsenal y Gary Medel, en Inter.

EL PAÍS
EL PAÍS

GETTY
GETTY

GETTY
GETTY

GETTY
GETTY
En 2011, 21 años después de su debut en Newell’s, Bielsa se instalaría definitivamente en el fútbol europeo. Su paso por Athletic Bilbao consistió una verdadera revolución: de la mano de Bielsa, el club vasco volvió a jugar una final europea tras 35 años y alcanzó la definición de la Copa del Rey. Perdió ambas por 3-0, una contra el Atlético de Madrid de Diego Simeone y otra contra el Barcelona de Pep Guardiola. Antes de cada partido, ambos entrenadores rivales -tal vez los mayores representantes de dos maneras diametralmente opuestas de afrontar un partido de fútbol- reconocieron su profunda admiración por el trabajo del Loco.
Luego de la primera temporada del argentino en San Mamés, Bayern Múnich ejecutó los 40 millones de euros que valía la cláusula de rescisión de Javi Martínez, que era uno de los mediocentros titulares de la Selección española y bajo el mando del Loco demostró que podía ser uno de los centrales más confiables de Europa. En 2013, Fernando Llorente daría el salto a Juventus luego de no renovar su contrato con el club. Y en 2014, Manchester United se llevaría a Ander Herrera por 36 millones: el volante había llegado al club casi al mismo tiempo que Bielsa, a cambio de 7,5 millones. “Es el entrenador más diferente que he tenido en mi vida, evolucioné una barbaridad con él. No hay otro igual en su manera de trabajar, de ver el fútbol y de entender el día a día del futbolista”, reconoció el propio jugador durante su paso por los Diablos Rojos. Bielsa también hizo debutar como profesional a Aymeric Laporte, por quien Manchester City pagó 65 millones en 2018: “Mi admiración por Marcelo Bielsa es enorme, porque hace que los jugadores sean mucho mejores. Cada vez que hablo con él, siempre siento que quiere ayudarme”, dijo el francés en mayo de este año.
Las arcas de Olympique de Marsella, el club al que el rosarino llegó en 2014 tras sus dos temporadas en España, también sumaron muchos euros gracias al rendimiento que alcanzaron algunos de sus futbolistas durante el año que estuvo Bielsa en el club. Dos casos resumen de manera perfecta la influencia del Loco en sus futbolistas.
Benjamin Mendy impresionó de inmediato al entrenador, que vio todo el potencial que tenía por explotar el defensor, de apenas 20 años. Un día le dijo, enfrente de todo el resto del plantel, que tenía todo para ser el mejor lateral izquierdo del mundo, pero que era su decisión: “Ser el mejor te quita felicidad, te quita horas con tu mujer, con tus amigos, te quita fiestas, diversión. También es una elección. Si elegís que no querés ser el mejor del mundo, ¿qué problema hay? No hay ningún problema”. También lo sometía a extensas sesiones de video, en las que el juvenil solía quedarse dormido. Bielsa nunca lo despertaba. Un día, el francés comenzó a prestar atención: “Esto es por lo que yo te dejaba dormir. Usted dormía y dormía, pero un día decidió mirar y se interesó solo. Si yo lo obligaba a ver los videos, nunca iba a interesarse”, le dijo el DT. A mediados de 2016, Mónaco le pagó 13 millones de euros al OM por el jugador. Un año después se lo vendió al City por 58 millones, el pase más caro de la historia de un defensor hasta la fecha. Antes de aceptar la propuesta, Mendy llamó al Loco para preguntarle si le convenía. “Yo ya tenía un buen nivel, pero Bielsa me hizo aterrizar en otro planeta”, contó en 2017.
Michy Batshuayi arribó a Marsella desde Standard de Lieja al mismo tiempo que Bielsa, a cambio de 6 millones de euros. Con 21 años, solía ingresar desde el banco durante los partidos, pero no se sentía importante: “No me hablaba en los entrenamientos. No me explicaba por qué jugaba o por qué no. Yo estaba acostumbrado a otra cosa. Pero un día se me acercó y me dijo ‘cuando se vaya, será por 40 millones de euros’”. Tras marcar 23 goles en la temporada 2015/16, Chelsea lo compró por 39 millones.
A mediados de 2015, además, el club galo vendió a Gianni Imbulla por 20 millones a Porto, a Florian Thauvin por 18 millones a Newcastle y a Dimitri Payet por 15 millones a West Ham. En lo deportivo, el equipo hizo una primera rueda brillante en la Ligue 1 y cerró el año primero, por encima del petropoderoso PSG, pero al final volvió a quedarse sin combustible y finalizó la temporada cuarto, apenas a dos puntos del ingreso a la Champions League.
Su paso por Lille en 2017 no dejó nada positivo. El plantel no aceptó sus modos ni su decisión de prescindir de algunos de los referentes. Los malos resultados y una rápidamente desgastada relación con los dirigentes llevaron a una tumultuosa salida menos de seis meses después de haber asumido. Los seres humanos habitualmente desarrollan, combaten, se esfuerzan. Y ganan de vez en cuando.
Finalmente, llegó Leeds. Después de una desgastante primera temporada en la que, una vez más, un conjunto de Bielsa se quedó a mitad de camino, el Loco tuvo su revancha con un equipo que volvió a enamorar a la ciudad: los murales y graffitis con el rostro del entrenador se mutliplican en los alrededores de Ellan Road. No es casualidad. En Bilbao y Marsella, los hinchas también recuerdan con cariño al entrenador.
Pero, ¿qué tiene el Loco que logra esa identificación por parte de sus jugadores? Germán Burgos lo definió con simpleza: “Sabe llegarle al jugador desde la lejanía”. Bielsa trata a todo el mundo de usted. No cree que el técnico deba ser un par de los futbolistas. Y es frontal. “A veces te dice cosas que no quieres escuchar, pero con el tiempo comprendes por qué te lo dijo”, explicó Ander Herrera.
“No conocí a nadie que haya dirigido y no hable bien de él. Todos están agradecidos por su influencia en sus carreras en el fútbol”, resumió Laporte. En definitiva, ¿no es eso el éxito? En palabras de Guardiola: “Al final hay algo mucho más importante que los títulos. Los títulos son sólo números. Lo importante es lo que les das y les dejas a los jugadores para que trabajen. Y no hay un club o un futbolista que no pueda admitir que fueron mejores tras estar con Bielsa. Ese es el mejor trofeo que puedes conseguir como entrenador”.

