Poco tardó en llegar el primer gran batacazo de Guillermo Barros Schelotto de cara al nuevo Boca que empieza a conformar: Mauro Zárate a la cancha, Carlos Tevez al banco. La decisión, tan fuerte desde lo mediático, quedó fundamentada explícitamente desde lo futbolístico dentro de la cancha.
Los argumentos que mantenían a Carlitos dentro de los titulares respondían más a una jerarquía histórica que a su presente irregular. Hasta ahora, tampoco tenía un reemplazante claro que lo sacara de la comodidad que le otorgaba su peso específico.
Zárate llegó para cambiar todo. Poco a poco, el “no lo puede sacar a Tevez" se va transformando en “¿cómo no va a jugar Mauro?”. Si bien el rival no acompañó, su nivel contra Alvarado lo perfila entre los once para el encuentro de ida ante Libertad en La Bombonera.
Casi todos los ataques del Xeneize pasaron por sus pies. Le dio vértigo a una ofensiva tal vez previsible y otorgó una variante como generador de juego que el Apache nunca terminó de ganarse con Guillermo. De hecho, cuando el entrenador mandó al ‘32’ a la cancha, lo hizo en lugar de Wanchope Ábila. Otra muestra de que, o se adapta a jugar allí, o bien podría sentarse junto a los relevos.