Umtiti Barcelona Levante LaLigaGetty Images

Yo, yo mismo y Umtiti

Firma Fran GuillénGoal

Imagina que despiertas una mañana y te has convertido en Samuel Umtiti. Como en una de esas películas de Adam Sandler en las que Rob Schneider pone cara de sorprendido ante el espejo. Tu vida no es fácil ahora mismo. Casi cualquier seguidor del Barça preferiría rescatar a Márquez cuarentón antes de alinearte en un partido importante. Suspiras, te lavas la cara y te quedas mirando fijamente al cepillo de dientes.

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La que te ha caído encima. Cómo echas de menos a Piqué. Jugar sin él al lado es como llevar a pulso un plato de sopa en una bandeja. Tu compadre Lenglet también siente nostalgia de los días en los que no paraba todas las balas con el pecho. Demasiadas sesiones de vídeo en las que toca desviar la mirada disimuladamente y rascarse la nuca antes de tener que enfrentarte a otra toma.

Tú, que fuiste campeón del mundo. ¡Titular en la final de un Mundial! Cómo disfrutabas colgándote del cuello de Benjamin Mendy en las celebraciones de Saint-Denis, con la sonrisa fluorescente y ese swag inconfundible. Los niños abrían la boca, fascinados, cuando les levantabas un pulgar y el país entero aclamaba tu alianza con Varane para apartar rencillas en los Clásicos y formar un dúo de acero.
 
Parecías haberte olvidado de los dichosos cartílagos. Del roce puñetero de la rótula que mellaba un armazón que pensabas que era indestructible. Cómo se iba a interponer una rodilla entre tú y tu destino: ganar en Rusia, el sueño de una carrera. El miedo al bisturí. La solución de encadenar tratamientos conservadores que ahora te tiene, con 27 años, temeroso de pisar césped artificial, no vaya a ser.

Has adelgazado. Más cuádriceps, más isquios pero la duda de si merece la pena silenciar tu apellido en Twitter. Ya nadie se acuerda de que una vez le quitaste el puesto a Mascherano. Sólo insisten en que Soldado, ocho años mayor que tú, te adelantó como un fueraborda. Y en que Koundé ha vuelto a ofuscarte. “Central provisional”, te llaman. “Umtiti no es fiable”, dice un informe que alguien apiló en un archivador de anillas.

Imagina que te despiertas con un espasmo sobre un lamparón de sudor. Y que todo era un sueño. Resultas que no eres futbolista, sino periodista. Y que el cuerpo te pide escribir una columna sonrojando a un Umtiti decadente pero la cabeza te sugiere que quizá prefieras ser constructivo.

Tú, que te rompiste una rodilla, sabes lo frustrante que es no correr tan rápido como solías. Pero tú, que también eres humano, entiendes que la vida no es más que seguir luchando por volver a sentir ese pellizco de gloria en el estómago.

Fran Guillén

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