Los aficionados locales dieron a sus rivales una hostil bienvenida al Stade Velodrome, con proyectiles lanzados al autobús en el que viajaban los jugadores e integrantes del cuerpo técnico hacia el estadio. Semejante comportamiento siempre buscaba problemas, y así resultó.
El autobús de Lyon finalmente se detuvo con las ventanas rotas. Los que estaban dentro no pudieron escapar del ataque que les lanzaron los ultras, por lo que no sorprendió que sufrieran heridas en el camino.
Grosso quedó sangrando por un corte de tres centímetros en la cara luego de ser golpeado por fragmentos de vidrio de las ventanas que fueron rotas por las piedras.
El ex internacional italiano Grosso fue llevado inmediatamente para recibir atención médica, lo que lo dejó con una protección sobre el ojo y un vendaje alrededor de la cabeza. Posteriormente se tomó la decisión de suspender el partido debido a los incidentes previos al mismo.