Peter Lim Valencia

"Verlas venir, dejarlas pasar y, si nos mean, decir que llueve"

"Verlas venir, dejarlas pasar y, si nos mean, decir que llueve". Ese ha sido durante años el mantra de los "mariachis" que llevan años cantándole, sin recato y con alegría, "Las Mañanitas" a Peter Lim. Atrapado entre una elección envenenada, entre susto o muerte, el valencianismo se entregó a la figura de un salvador, a una cornucopia de buenas palabras y a una larga fila de promesas incumplidas. Lim entró en el Valencia, pero el Valencia jamás entrará en él. 'Meriton', cuya gestión ha convertido una sociedad histórica en un negocio histérico, sigue en Valencia por algo sencillo. Peter entró en el club porque los señores que decían servir al Valencia, en realidad, se sirvieron de él. Mismo perro, distinto collar.

Peter Lim aplica a rajatabla eso tan viejo de "quien paga, manda". El problema es que, por más pasta que ponga, no puede comprar una gestión decente, ni un sentimiento centenario. Y tampoco, por más acciones que controle, tiene derecho alguno a pisotear el escudo del club, sus símbolos y sus tradiciones. Llegó para hacer el club más grande, pero durante toda su gestión, tan disparatada como la del difunto Gil y Gil, lo único que queda claro es que el VCF es, cada día que pasa más pequeño. Este Valencia está deprimido institucionalmente, arruinado económicamente, está destrozado socialmente y es mediocre deportivamente. Propietario: Meriton Holdings. Su plan: Cambiar todo para que nada cambie. Su discurso: Todo está bien, dejen trabajar. Al fondo, la banda sonora cómplice: "Verlas venir, dejarlas pasar y, si nos mean,decir que llueve".

Peter cambia todo pero nada cambia. Y él nunca tiene la culpa de nada. La culpa de todo, siempre, la tiene el entrenador. Por la silla eléctrica de "Meriton" han pasado ya hasta 10 entrenadores en apenas 9 años. No hay técnico que tres años dure, ni Lim que los resista. La trituradora de Singapur no frena, pero la culpa no era de Juan Antonio Pizzi, ni de Nuno, ni de Gary Neville (por mucho que contribuyera), ni de de Ayestarán, ni de Prandelli, ni de Marcelino, ni de Celades, ni de Javi Gracia, ni de Bordalás, ni de Gattuso, ni la tendrá Voro. Lo hicieran peor o mejor, vinieran de la mano de Mendes o no, el problema del Valencia jamás ha sido un problema de entrenador. Y el aficionado, que ha tragado con un empacho de mediocridad que la historia y exigencia del club no merecen, ya ha dicho basta. Se acabó eso tragar con "verlas venir, dejarlas pasar y, si nos mean, decir que llueve". Basta.

El problema del Valencia no son sus empleados, ni sus ejecutivos, ni sus jugadores sean mejores o peores, ni por supuesto es su entrenador. El problema del Valencia es el señor Peter Lim. Un empresario que se enamora de sus inversiones con la misma intensidad de la que se desenamora, que teledirige el club desde Singapur a capricho y que delega delega en una cohorte de empleados a los que exige trato de súbditos, que tienen, como única misión, jalear, palmear y cumplir toda aquella instrucción del patrón, sea disparatada o no. Él se cargó a Marcelino y Mateu cuando el club tenía un proyecto deportivo, una plantilla de nivel y un equipo campeón. Él y sólo él destruyó todo lo construído. Entre otras cosas, porque para Lim, el Valencia es un juguete roto, un capricho del que ya se ha cansado, un negocio por el que no siente cariño. Una ola más en su vasto oceano de conglomerados,
inmuebles y empresas. Que con su pan y sus acciones se lo coma.

Ahora es el turno del valencianismo. Sin violencia pero con contundencia, el pueblo ché tiene que movilizarse y sacar de su club a un señor que está arruinando, lastrando y destrozando a un club grande de España y de Europa. Es la hora del valencianismo. Es la hora de que los medios de comunicación informen. Es la hora de que los empresarios valencianos aparezcan. Y es la hora de que los políticos de Valencia no se pongan de perfil, asuman su responsabilidad y defiendan el futuro de un club que es símbolo y sentimiento de los valencianos. Peter Lim llegó al Valencia porque los que decían que servían al Valencia, se sirvieron de él. Ahora, para echar a Peter Lim, esos mismos tienen una oportunidad de oro. Servir al Valencia de verdad o volver a servirse de él. La gente está harta y ya no traga más. Se acabó lo de "verlas venir, dejarlas pasar y, si nos mean, decir que llueve". Fuori y amunt.

Rubén Uría

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