EDITORIAL
Ernesto Valverde no hacía lo que quería sino lo que podía y Quique Setién no hace lo que quiere sino lo que puede con una plantilla cuya base supera los treinta años y que no goza de suplentes de garantías en un grupo que se ha visto reducido a dieciocho futbolistas para acabar cometiendo los mismos errores que condenaron al txingurri en la fatídica derrota ante el Atlético de Madrid en Arabia Saudí, donde a pesar del buen juego la junta de Josep Maria Bartomeu optó por liquidarle tras dejarse remontar en los últimos minutos.
Es algo que también ha sucedido con Setién, que conoció la derrota en azulgrana ya en su tercer partido, en Mestalla. Ese fue el último día en el que realizó grandes experimentos. Arrancó intentando recuperar a Samuel Umtiti ante el Granada, salió con tres centrales -a pesar de que solo Clément Lenglet lo era- ante el Ibiza y repetir el experimento, frustrado en esta ocasión, en Mestalla. El severo correctivo del Valencia le recordó a Setién que la exigencia del Barcelona es superlativa y a menudo no permite esta clase experimentos ni con gaseosa. Aquel día el equipo perdió el liderato.
No es casualidad que desde entonces Setién haya regresado a la casilla de salida, el mismo 4-3-3 estático que utilizaba Valverde, aunque en su caso el cántabro ha intentado, como se vio en las victorias ante el Leganés y el Levante, darle un mayor dinamismo a un equipo poco acostumbrado a desmarcarse. Sin embargo, el buen primer tiempo que realizaron los jugadores azulgrana les penalizó en el segundo, cuando se mostraron excesivamente cansados en lo físico y dieron vida a un Levante que incluso logró un gol en los últimos minutos.
Es exactamente lo mismo que se le reprochaba a Valverde aunque, a diferencia de Setién en los últimos dos partidos, el txingurri no fue capaz de atar la victoria en Arabia Saudí y la derrota le costó el cargo. Esa es la principal amenaza a la que deberá sobrevivir el nuevo entrenador barcelonista. La mala planificación deportiva no ha rebajado ni un ápice la presión por ganar los tres títulos y jugar bien, si no va de la mano de la victoria, no le servirá absolutamente de nada. De ahí que, apenas tres semanas después del cambio, estemos viendo onces tan parecidos a los de Valverde.
