El fútbol carece de memoria tantas veces que recordarlo nunca está de más. Unai Simón ha pasado de villano a héroe en todos y cada uno de los hogares de España en los que no se dio crédito a su pifia frente a la selección de Croacia. Aquellos que pidieron su relevo inmediato, quienes clamaron contra un guardameta de una experiencia limitada (y más en el entorno internacional), han recogido hoy velas como los buenos marineros y han colocado en un altar al portero del Athletic de Bilbao.
Tras un partido en el que no ha destacado excesivamente, porque tampoco Suiza le procuró excesiva tarea, ha sido en la tanda de penaltis cuando ha emergido la enorme figura del cancerbero de Amurrio. Un hecho, que no es ni mucho menos casual, si se repasa su pasado más reciente.
Lo cierto es que hoy en día aún conviven dos Unai Simón dentro del mismo guardavallas. El Unai felino y dotado de unos reflejos privilegiados bajo los palos y el Simón que suele echar más de un borrón cuando de pensar se trata y más si es lejos del marco.
Hoy, Simón se ha erigido en el piloto del avión que lleva a España hasta Wembley gracias a su soberbia actuación ante los suizos defendiendo los lanzamientos desde los 11 metros. Sus dos paradas unidas al balón que se ha ido por encima del larguero han sido claves para compensar los penaltis errados por los dos medio centros de la Roja.
Al igual que ocurriera en la tanda de los cuartos de final de la Copa del Rey 2021 ante el Betis, Unai Simón se ha puesto a anular los esfuerzos del contrario con su equipo por detrás en el tanteador de los lanzamientos desde el punto fatídico. En ambos casos, el guardameta del Athletic ha equilibrado el partido y ha terminado por poner en ventaja a la escuadra que defendía.
Sin Unai Simón, España habría volado hoy hacia Madrid pero en lugar de tomar el camino a casa, marcha más que satisfecha a Londres. Las seminfinales de Wembley esperan.
Lartaun de Azumendi