Kevin-Prince Boateng Barcelona ValladolidGetty

Un Barcelona de pena máxima


EDITORIAL

Ha habido partidos con menos ocasiones que el que protagonizó el Barcelona frente al Valladolid. Los habido incluso con menos juego -y ya es decir- que el que demostró el cuadro azulgrana en la antesala de la Champions League. Esta vez, sin Ivan Rakitic y Luis Suárez en el once inicial, el equipo funcionó a partir de la inspiración de un Leo Messi que tuvo que aparecer en todas las zonas del campo, de la imprevisibilidad de un Ousmane Dembélé que todavía no está al cien por cien y de un Gerard Piqué que sigue instalado en uno de los mejores momentos de su carrera. Aun así el juego adormeció a propios y extraños y eso, a falta de pocos días para retomar la competición europea, no supone ninguna tranquilidad para un equipo que lleva cuatro años sin alcanzar las semifinales.

La línea defensiva de cinco hombres que dibujó el técnico pucelano, Sergio González, desactivó al Barcelona, incapaz de presentarse en la frontal del área rival y mucho menos de pisarla, atascado como estaba en su incapacidad para llegar con un mínimo de superioridad. Messi, cómo no, fue la clave de todo. El rosarino sirvió asistencias para que Kevin-Prince Boateng primero y Dembélé después remataran de forma tímida antes de que Piqué le arrancara a Michel un más que dudoso penal en una de sus incursiones al ataque. Messi no falló desde los once metros, por lo menos en esta ocasión. Si acaso, fallaron la mayoría de los que le acompañaron pero hasta el propio rosarino marraría una ocasión a bocajarro en el inicio del segundo tiempo.

Ni la entrada de Luis Suárez aportó más puntería. El uruguayo también falló tras una recuperación de Messi, quien a su vez tampoco lograría aprovechar el rechace de Jordi Masip. El argentino mantuvo un excelente tono físico en todo momento pero falló el clarísimo penal que provocó Philippe Coutinho y que pudo amarrar el partido en el último tramo pero a Messi le tocó sufrir hasta el final, igual que sus compañeros, que quizá reservaran su mejor versión para el partido del próximo martes en Lyon, donde el equipo intentará recuperar la corona europea. 

Es evidente que el Barcelona debe reengancharse al fútbol porque da muestras de llegar mentalmente cansado a la Champions League. El mal partido ante el Valladolid puede ser el preludio de algo preocupante si los hombres de Ernesto Valverde no dan un golpe sobre la mesa en Francia. Y para ello deben desperezarse cuanto antes tras el soporífero rendimiento en el Camp Nou.

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