Lionel Messi Barcelona 2019-20Getty Images

Sólo Messi y el VAR se ganan el perdón


EDITORIAL

En los últimas semanas Josep Maria Bartomeu acudió al vestuario a pedir perdón dos veces, una después de que Eric Abidal hablara demasiado y otra a raíz del RedesGate. Hace sólo tres días tuvo que hacerlo también el cuerpo técnico después de la intensidad con la que el asistente de Quique Setién, Eder Sarabia, vivió la derrota de la semana pasada en el Santiago Bernabéu. Pero, ¿y los jugadores? Los futbolistas del Barcelona son los mismos a los que esta temporada "no les alcanza" para los grandes títulos y ante la Real Sociedad tampoco lograron redimirse porque a pesar de lograr la victoria, sufridísima, los pitos al palco y las exigencias de la dimisión del presidente se mantuvieron al término del partido.

Porque el Barcelona sólo salvó los muebles el Barcelona ante la Real Sociedad, un partido creyó dominar pero sólo sacó el partido gracias a la intervención del VAR. Y eso que el cuadro local quiso ponerse el partido de cara desde bien temprano, arrastrado por la inquebrantable ilusión de Martin Braithwaite, flamante titular en azulgrana por primera vez, y el único que fue tirando desmarques de forma reiterada, motivo por el cual suyas fueron las ocasiones del Barcelona, la primera tras sólo nueve minutos pero Álex Remiro desvió su remate cruzado para repetir cinco minutos más tarde con el mismo desenlace antes de que Leo Messi apareciera, todavía sin suerte, a la media hora y obligar a Remiro a lucirse otra vez. El cuadro azulgrana supo crear ocasiones, poquísimas claras eso sí, pero como sucediera en el Santiago Bernabéu se marchó al descanso sin ver puerta pero con el consuelo de no haber encajado ningún gol durante los primeros cuarenta y cinco minutos por octavo partido consecutivo.

Sin embargo, volvió a salir demasiado frío tras la media parte y la Real hasta impuso su juego durante casi diez minutos, los que tardó Messi en culminar una contra que se marchó fuera pero revitalizó a un Barcelona sin desmarque y sin capacidad para generar ocasiones en estático ante un conjunto vasco con la moral por las nubes tras alcanzar la final de la Copa del Rey el pasado miércoles y que supo esquivar el juego de los catalanes durante buena parte del partido, convenciéndoles de que estaban mandando cuando en realidad el dominio servía para poco, pues más allá de la palomita de Remiro y de un centro de Jordi Alba al que Rakitic no llegó, no hubo ninguna ocasión clara de gol azulgrana mientras los txuri urdin se iban acercando cada vez con más peligro, liderados por un Alexander Isak que anduvo cerca de liársela a los centrales barcelonistas en más de una ocasión y por Mikel Oyarzábal, que salió de revulsivo en el tramo final para volver a puntuar en este estadio veinticinco años después de la última vez.

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Tuvo que ser Messi desde el punto de penalti el que asegurara los tres puntos después de unas manos de Robin Le Normand que el VAR convirtió en un lanzamiento desde los once metros que el rosarino transformaría para apuntar el 1 a 0 en el marcador, calmar a la sufrida parroquia local y devolver parcialmente las aguas a su cauce tras la dolorosa derrota en el Santiago Bernabéu que le costó el liderato a los hombres de Quique Setién antes de volver a recuperarlo hoy de forma provisional hasta que el Real Madrid visite mañana al Betis. Ese sufrido gol es el que permite al Barcelona no perder fuelle en la carrera por la Liga pero que no reconcilia, por lo menos todavía, al equipo con una afición que sigue caliente y que hasta mostró su apoyo a Eder Sarabia. Los jugadores, y así lo entiende el Camp Nou, deben dar todavía mucho más porque aquí ganar sigue sin ser suficiente.

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