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Lionel Messi, Ballon d'Or 2021Getty

Séptimo Balón de Oro y nuevo funeral

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete. Quién sabe si algún día serán ocho. Messi volvió a conseguir el Balón de Oro, ese premio que todos dicen que no importa pero que todos desprecian y discuten cuando no lo gana el que ellos quieren. Servidor, que no cree en estos premios, los gane Messi o quien sea, comparte aquí su humilde opinión: Messi es el mejor de todos los tiempos y este premio no tiene sentido, porque desde la irrupción del diez, deberían dar dos premios. Un Balón de Oro para Messi y otro para el resto. Nadie jugó tan bien ni tanto tiempo. Ni Maradona, ni Pelé, ni Di Stéfano, ni Cruyff. Nadie. Hay quien sostiene que Messi es el mejor, pero no ha sido el mejor este año. Fenómeno. Datos: el Balón de Oro es un premio que, según sus bases, premia el año natural de un jugador, sus títulos colectivos, los récords que ha batido y los premios individuales que ha conquistado.

Al lío. En 16 apartados estadísticos del curso (goles, asistencias, pases, regates, etc), Messi supera a Lewandowski en 15 y a Benzema en otros 15. En cuanto a récords batidos durante el curso, Messi ostenta dos, por uno de Lewa y ninguno de Karim. En títulos colectivos, Messi ganó la Copa América y la Copa del Rey, por la Bundesliga y el Mundial de Clubes de Lewandowski y la Liga de Naciones de Benzema. En premios individuales, Messi fue máximo goleador de la Liga, máximo goleador de la Copa América, máximo asistente de la Copa América y también, mejor jugador de la Copa América. Cuatro. Lewandowski, tres, Bota de Oro, máximo goleador del Mundial de Clubes y máximo goleador de la Bundesliga. Benzema, cero. Para conocer que se vota en el Balón de Oro basta con saber leer o tener ganas de hacerlo. Para conocer por qué ganó Messi, basta saber sumar o tener ganas de hacerlo. Y para procesar por qué Messi ganó otra vez el Balón de Oro por un margen mínimo, de 33 votos, basta saber leer y sumar. O tener ganas de hacerlo. Elegante con Lewandowski en un gesto que le honra, el diez estuvo de once, lleva siete y peleará por el octavo, porque es el número uno.

Al otro lado de la ventanilla nocturna, por enésima vez, se celebró el tétrico funeral de los basureros mediáticos. Los falsos profetas habían vaticinado un descalabro de Messi y la entronización del candidato teledirigido. La realidad les dejó con el trasero al descubierto. Otra vez. Acumulan años comparando al mejor de todos los tiempos con Robben, Robinho, Sneijder, Kaká, Cristiano, Modric y Benzema. Es igual. El orden de los factores no altera el producto. La noche de París les obsequió, otra vez, con lo que merecen: una bofetada moral para su soberbia. El mundo les dijo “Game Over”, pero como la estupidez siempre insiste, ellos aplican el “Insert Coin”. Que comience la campaña con Vinicius. De masaje en masaje: hasta el infinito y más allá. Viven en “Matrix”, porque el que se mueve no sale en la foto y pierde la silla, pero la realidad es la que es. De fútbol y periodismo saben lo mismo que una piedra. De airear porquería, son Balón de Oro vitalicio. El curso del “Smigol” mediático y los trompeteros de su “tesoro” está siendo memorable: nadaplete del equipo de su única neurona, adiós del capitán al que persiguieron con saña, adiós del entrenador al que glorificaron y luego humillaron, ridículo en directo y en diferido con la Superliga, verano completo de Mbappé paripé, un seleccionador al que quisieron retratar y les dejó retratados y un Balón de Oro que premia a Messi, pero también a una jugadora del Barcelona femenino y a un talento de La Masia. Pataletas y nuevo funeral. A llorar, a la llorería. Líderes. Vente.  

Rubén Uría



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