Ruben Uría Blog

Rubén Uría:"Todo ok, Josep Lluís"

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Antes de que el Real Madrid gane la decimocuarta, la decimoquinta, la vigésima o todas ellas consecutivas, antes de que gane esta Liga, la Copa o lo que sea menester, antes incluso de que vuelva a demostrar por qué es el equipo más laureado de la historia y de que la abrumadora mayoría de los medios acudan a Cibeles para festejar en vez de informar, convendría hacer un paréntesis en el sonrojante escenario que envuelve el día a día del entorno del club. A quien esto escribe no le sale, ni le apetece, hacer un solo reproche a sus futbolistas, al cuerpo técnico o la directiva, a nivel de planificación, porque esa es tarea de sus socios. Hoy es muy fácil pegar al que está en el suelo. Con eso, conmigo no cuenten. Ni una sola crítica. Han ganado mucho y seguramente, acabarán ganando títulos. Melodramas, ninguno. Y facturas, cero al cociente y bajando la cifra al siguiente. Que escojan entre buscar culpables o encontrar soluciones, como el resto de equipos de Dios, que venden menos pero, por lo visto, también existen.

Eso sí, de lo que conviene hablar es del ridículo que han vuelto a hacer – ya son incontables-, los suministradores de estramonio. En su ánimo de batir el récord del mundo de propaganda, los que se pasan la vida retratando al prójimo han vuelto a quedar retratados. Es lo que tiene ejercer de pelotas redomados a las tres y también un rato después, que cuando vives de travestir el periodismo hasta convertirlo en una agencia de publicidad gratuita del Madrid, la realidad te baja a la tierra. Después de apelar al manido “hay Liga”, de sacar a pasear “el cagómetro”, de reclamar un busto de bronce para Solari, de recitarnos los milagros de Pintus el gurú de la preparación física, de dar la turra al personal con Vinicius -proyecto de buen jugador, no Pelé-, de decirnos que Messi no se puede sentar en la mesa de Benzema y de repetir hasta la saciedad que el Madrid nunca gana por los árbitros y el resto sí, se ha descubierto el pastel. Y la realidad es la que es. Una que retrata a los telepredicadores de todo a cien. Cuando Solari llegó al Madrid, el Barça estaba a 7 puntos. Ahora está a 9, que salvo milagro, son 10.

Adelantar el éxito es la mejor manera de garantizar el fracaso. Esa es la realidad que irrita a los “groupies” mediáticos del 'negocio que tu hiciste, negocio por hacer'. A los que, en mitad de su orgía de disparates y su venta de humo, les ha atropellado la realidad y les ha dejado con la cara que ponen las vacas al pasar el tren. Abrieron la boca más de la cuenta y se la tapó el Girona, porque si el hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra, el pelota del poderoso no aprende y tropieza ciento cincuenta. El equipo de Eusebio ganó remontando, con buen fútbol, dos goles, haciendo temblar los palos y consiguiendo tres puntos que no lograba desde noviembre. La sonrisa mefistofélica que algunos esbozaron porque el Girona echó al Atleti de la Copa, semanas después, se ha tornado en mueca ensangrentada. Exclusiva: el Atleti, que había tirado la Liga, según nos contaron, está otra vez por delante del Madrid en la Liga.  

Es posible, factible y normal que el Madrid, al que no hay que dar por muerto nunca, acabe ganando títulos esta temporada. Naturalmente. Con tanta calidad en sus jugadores, con todo ese dinero – número uno de Forbes, dicen- y toda esa fabulosa historia, lo raro sería que no lo consiguiera. Y cuando eso suceda, se contará. Se escribirá. Se les felicitará, como siempre, y a otra cosa mariposa. Hasta entonces, conviene llamar a las cosas por su nombre: más allá de la corte de aduladores habituales, de las terminales mediáticas afines, de los defensores de lo indefendible y del ejército de talibanes que pueblan las redes sociales para amedrentar a los que no son afines al régimen, queda la realidad. Antes de llorar por las esquinas y llenarse la boca con el VAR, el VOR, el Platinato y el Villarato, hay que tener un poco de dignidad o al menos, no ponerle precio. Antes de reírse de los demás, conviene mirar cómo andamos por casa. Antes de vender la piel del oso, hay que cazarlo. Moraleja ante el Girona: Todo ok, Josep Lluís.

Rubén Uría

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