River en la B: cuándo descendió, por qué y toda la historia del día más triste en la historia del Millonario

El futbol argentino tiene muchas historias que contar. Una de las trágicas se remonta al 26 de junio del 2011, el día en que se consumó el descenso de River.

Es como si en Alemania el Bayern Munich bajara de categoría o como si el Real Madrid se fuera un año para la Segunda División de España; así de dura y triste fue la historia de uno de los equipos más laureados de América.

A 12 años de este histórico suceso, la herida sigue ahí, aunque sanó bastante gracias a los títulos de la era Gallardo y, especialmente, a la Copa Libertadores del 2018 contra Boca, en Madrid. 

La historia de una herida que sigue abierta

Hay cicatrices que nunca se van, solo se superan o aprendés a vivir con ellas. Así le pasó al club de Núñez, que el 26 de junio del 2011 empató 1-1 contra Belgrano en el partido de vuelta de la Promoción y consumó su caída a la B Nacional tras un resultado global de 1-3. Y para colmo, el desenlace final se dio en el Monumental, su propia casa.

Los miles de hinchas riverplatenses que estuvieron aquella tarde de invierno no lo podían creer. El campeón del Siglo XX descendió por primera vez en su historia, pero todo tiene un por qué.

River Plate y su descenso en 2011Twitter: @exevera

¿Por qué descendió River?

En 1982 los dirigentes del futbol argentino instauraron un sistema de promedios para beneficiar a los llamados "grandes" (Boca, River, Independiente, Racing y San Lorenzo). En aquel entonces los Xeneizes y los Millonarios estaban a punto de perder la categoría, cosa que era inadmisible. Ambas instituciones penaban en las últimas posiciones hasta que se decidió sumar la cantidad de puntos de las últimas tres temporadas y dividirlas por la cantidad de encuentros disputados; así, los que tuvieran peor puntaje en las campañas recientes iban a pagar el precio de irse a la B.

De no haberse impuesto este sistema, River ya hubiera tenido otro descenso que contar. Pero todo se postergó para diciembre de 2008, cuando River terminó último en la tabla por primera vez en la era profesional del futbol argentino. El Cholo Simeone decidió hacerse a un lado de la dirección técnica y entonces empezó la debacle. El club comenzó a tener problemas económicos y esto se reflejó en la contratación de jugadores de poco peso y escaso valor.

Para las elecciones de 2009, el exjugador y entrenador Daniel Passarella resultó ganador y muchos pensaron que, por el apellido de un hombre histórico del equipo, las cosas se iban a solucionar como por arte de magia. Así llegó Ángel Cappa al banco y tiempo después su amigo, Jota Jota López, quien vivió el día más triste en la historia de la institución.

Con Lamela, Lanzini, Tucu Pereyra, Mariano Pavone, Carrizo y el líder Almeyda, entre otros más, los de Núñez llegaron al 2011 con un 2008 para el olvido al quedar en último lugar, mientras que en 2009 y 2010 acabaron en el lugar 15 de la tabla. La meta era culminar el certamen lo más alto posible y lo consiguieron, pero no fue suficiente. 

River acabó sexto de la tabla general, pero el volumen de puntos acumulado no le alcanzó para salir de la zona de riesgo. Tras perder contra Lanús en la última fecha del campeonato, el siguiente paso era intentar mantener la categoría en la Promoción contra Belgrano de Córdoba. El resto es historia. 

El partido decisivo tuvo de todo. Tras un valioso 2-0 de Belgrano en la ida, River debía salir con todo menos con miedo. Pavone puso la serie 1-2 de forma rápida, pero luego se convirtió en villano al fallar un penal que le contuvo Juan Carlos Olave. En la memoria de muchos también quedará el polémico arbitraje de Sergio Pezotta, quien no cobró un claro penal, pero al final todo se juntó para que River bajara y perdiera un poco de la gloria que tantos años le tomó construir.

Lo positivo es que sólo tardó una temporada en volver a Primera y la historia se volvió a acomodar. El Muñeco Gallardo se encargó de gestar un ciclo maravilloso, de hecho, el más glorioso, pero la mancha de aquel 2011 no se borrará jamás. 

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