GoalLa vida es lo que pasa mientras Falcao hace un gol. El tigre sigue andando suelto. Sus zarpazos alcanzaron categoría de inmortales en el Calderón y cuando el dinero truncó su deseo, cuando el fondo le empujó a salir llorando de la que era su casa, sus rodillas dijeron basta. Pasó un calvario, pasó por el quirófano y por momentos, sufrió lo indecible para poder seguir con su carrera. Gracias a Dios, según Radamel, y gracias a su voluntad de hierro, según los médicos que le atendieron, Falcao no tiró la toalla y siguió haciendo lo que mejor saber hacer: perforar porterías. Más de 600 goles avalan a un delantero sanguíneo, felino, humilde, trabajador y carismático. Hoy, a sus 35 años, Falcao es el ídolo de la barriada de Vallecas.
El estreno de Falcao respondió a las expectativas generadas. Balón en el área y se manda a guardar. Ave que vuela, a la cazuela. Primer zarpazo y primer 'tigretón'. Primer partido, primer gol. Acostumbrado a facturar como si no hubiera mañana, con la diestra, la zurda, la cabeza, el taco, el pecho y cualquier parte del cuerpo con la que uno sueñe hacer gol, Falcao ha vuelto a dejar su impronta en España. El Rayo, un auténtico milagro, deportivo y económico, un superviviente nato a pesar de quienes lo dirigen, disfrutará del Tigre de Santa Marta. Si antes de Falcao muchos hinchas de otros clubes empatizaban con el Rayo, ahora son legión los que se sentarán en el sofá a ver sus partidos. El motivo es sencillo. Falcao es patrimonio universal del fútbol. Es uno de los mejores goleadores de todos los tiempos y alguien que se merece todo lo bueno que le pase.
El Tigre lleva el 3 cosido a la espalda en homenaje a su padre, ha regresado a España después de una presentación kafkiana -Martín Presa no ganaría ningún concurso de popularidad entre los aficionados- y a sus 35 primaveras, está hambriento de gol. Su tarjeta de visita es la que le robó el corazón a los atléticos. La que hizo vibrar a Oporto. Y la que ahora ilusiona a la franja. Hablar de Falcao García es hablar de una bestia capaz de rematar una lavadora lanzada desde el segundo anfiteatro. Falcao es el manual del delantero centro hecho carne. Depredador. Killer.
Casado con la pizpireta Lorelei, padre de tres hijas -Dominique, Desirée y Annette- y de un precioso niño nacido en plena pandemia mundial, Jedidiah, el flamante fichaje del Rayo va a ser una de las grandes atracciones de esta Liga. Querido, admirado y respetado por todos los aficionados, Falcao es una bendición para los hinchas. Nació para vacunar y vive para facturar. Si el fútbol es el mejor relato de la vida, Falcao siempre será eterno en la memoria de los aficionados. Le ha dado tanto al fútbol que merecía volver a ser feliz. Ver a Falcao en Vallecas es viajar a Disneylandia.
Rubén Uría