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Sime-Vrsaljko(C)Getty Images

Quién pudiera reír como llora el croata

Jugar con la mandíbula rota durante sesenta minutos, en una posición ajena, sin tener ritmo de competición después de cuatro lesiones complicadas y tres operaciones de rodilla, no es un paseo por el campo. Es una misión que requiere superación personal, compromiso a prueba de bombas y un carácter guerrillero. Todo eso adorna a Sime Vrsaljko, el defensa croata del Atlético de Madrid que hizo carne lo que sus aficionados exigen: que el esfuerzo no se negocia. Sime, conocido por “Versículo” entre los aficionados del Atleti, que acaba contrato este verano, se partió la cara por el equipo en el momento que el vestuario más lo necesitaba. No quiso salir del campo, no quiso tirar la toalla, hizo de tripas corazón, apretó los dientes, soportó el dolor y cuando la batalla de Do Dragao acabó, rompió a llorar con unas lágrimas tan liberadoras como emocionantes. Un llanto de felicidad, de rabia contenida, de satisfacción personal por haber demostrado que cuando se viste esa camiseta, uno sólo retrocede para tomar impulso, porque rendirse no es opción. 



No es el primer futbolista del Atleti, ni será el último, que se ha jugado la salud por esa camiseta. Saúl, del que algunos neoatléticos de pastel cuestionan y del que se mofan gratuitamente sin vergüenza alguna,  orinó sangre por el equipo. Gabi, capitán de capitanes, jugó durante meses con una costilla fisurada que le impedía respirar, pero siguió corriendo como si no hubiese mañana, para no dejar al equipo tirado. Vrsaljko, imitando a Saúl y Gabi, hizo lo posible y lo imposible para que el equipo saliera ileso de una situación límite en Europa. Ahora, después de pasar por el quirófano, tendrá que emprender un duro camino, el de su enésima rehabilitación. Las hojas del calendario avanzarán, los partidos se sucederán y nadie sabe si el Atlético del Cholo conseguirá levantar el vuelo y pelear por los objetivos que se ha trazado. Los resultados, los partidos y los goles se sucederán y en el fútbol profesional, el único deporte que presume de no tener memoria, algunos acabarán olvidando lo que hizo Vrsaljko en Oporto. Así que desde esta humilde tribuna, se exige al personal que las agallas de Sime no caigan en saco roto. Vrsaljko nunca ha podido ser titular, nunca ha sido un dechado de virtudes y tampoco es uno de los jugadores favoritos de la afición, pero olvidar su sacrificio sería traicionar la esencia del Atlético de Madrid. Si el Atleti es hacer posible lo que otros dicen que es imposible, Vrsaljko personifica esa ley universal no escrita que alumbra los más de cien años de historia del club. Si caigo, combato y me levanto. Sime se ha caído cien veces y se ha levantado siempre. Honor a quien honor merece. Parafraseando al maestro Sabina: Quién pudiera reír como llora el croata.



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