Renato Gaucho Gremio campeao Copa Libertadores 29112017

Quién es Renato Gaúcho, el entrenador de Gremio que quiere agrandar su leyenda en la Copa Libertadores frente a River

Renato Gaúcho aprovechó el título conseguido por Gremio en la Copa de Brasil de 2016 para sacar chapa como lo que nadie niega que es: el máximo ídolo de la historia del Tricolor. Campeón como jugador de la Copa Libertadores 1983 y autor de los dos goles que ese mismo año le dieron al conjunto de Porto Alegre la única Intercontinental de su historia, el DT logró cortar una racha de 15 años sin títulos a nivel nacional para el conjunto de Porto Alegre (que incluyó un descenso a la Serie B en 2004) y reclamó: "Me merezco una estatua en el estadio". Nadie lo tomó demasiado en serio: parecía una más de sus habituales muestras de altanería.

Sin embargo, el año pasado, después de ganarle la final de la Libertadores a Lanús y convertirse en el primer brasileño de la historia en coronarse en el certamen continental como futbolista y entrenador, el técnico de 56 años insistió: "Si después de esto no me hacen la estatua, me rindo". Y al presidente Romildo Bolzán no le quedó otra que cumplir con la demanda: la escultura ya está en construcción y su inauguración está prevista para antes de fin de año. El sueño es que sea como parte de los festejos por el bicampeonato en el torneo sudamericano, algo que no logra ningún club desde 2001. Claro que, para empezar a soñar con eso, primero deberá superar la serie de semifinales frente a River.

Renato, cuyo apellido es Portaluppi pero todos lo conocen por el gentilicio de su Río Grande do Sul natal, atraviesa su tercer ciclo al frente de Gremio: antes lo había dirigido entre 2010 y 2011 y en 2013, sin demasiado éxito. Asumió a mediados de septiembre de 2016, luego de haber sido despedido por cuarta vez de Fluminense en 2014 y pasar dos años sin trabajo, en los que se dedicó a jugar al tradicional futvólei en la playa: "Los que saben de fútbol se quedan junto al mar, los que no saben se van a Europa a estudiar para intentar aprender algo", explicó.

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Este tipo de expresiones y actitudes no nacieron en el último tiempo, sino que lo habían acompañado también durante toda su carrera como futbolista. En 1986, incluso, el extremo derecho se perfilaba como una de las figuras de la Verdeamarela en el Mundial de México, pero pocos días antes de viajar se quedó afuera de la nómina: durante la concentración previa a la Copa del Mundo, en Belo Horizonte, el entrenador Telé Santana le dio la tarde libre al plantel, con la condición de que todos regresaran a las 22. Renato y el defensor Leandro volvieron recién a la mañana siguiente. El jugador de Gremio fue inmediatamente desafectado.

Dos años después de ese incidente, tras consagrarse campeón con Flamengo en su primer año en el club, el atacante daría el salto a Europa: Roma lo esperaba como una estrella. Nils Liedholm, entrenador del conjunto italiano, lo llamó "el Gullit blanco". La expectativa a su alrededor era enorme. Pero el gaúcho se dedicó más a la fiesta que a la pelota: "En mis 16 años en el club, es el único jugador al que vi llegar borracho a un entrenamiento", contó Giuseppe Giannini, histórico capitán de la Loba. En 23 partidos en la Serie A, no marcó ningún gol y regresó al Fla, donde también es recordado como un ídolo a pesar de que en 1995, jugando para Fluminense, le marcó el gol que definió el título del Campeonato Carioca.

El resto de su carrera transcurriría en clubes de su país. A la Selección volvería para la Copa América de 1989, en la que fue campeón, y el Mundial 1990, en el que sólo jugaría un puñado de minutos en la derrota contra Argentina en octavos de final. A pesar de que nunca logró demasiada trascendencia fuera de Brasil, el ego de Renato no sabe de fronteras: "Fui mejor que Cristiano Ronaldo. Es un gran futbolista, pero no es tan versátil como era yo. Y también tenía más técnica que él".

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