Pocos delanteros ofrecen en la actualidad lo que Javier Hernández. Y esa precisamente es la misión del director técnico Julen Lopetegui, quien tratará de extraerle en el Sevilla un nivel parecido al que se le vio en sus inicios en Europa junto al Manchester United o durante su primera temporada a lado del Bayer Leverkusen.
Más allá de si llega para convertirse titular en detrimento de Luuk de Jong o comenzar desde la banca en el club, el entrenador debe tener en claro mejor qué nadie qué es lo que quiere de su nuevo ariete para la campaña 2019-2020.
Porque, como ya se mencionó, el mexicano es un sui generis para su posición. De esa manera lo ha demostrado desde su debut con Chivas en el segundo semestre del lejano 2006. Unas características que supieron explotarle timoneles como Sir Alex Ferguson o Roger Schmidt, pero no así en el Real Madrid o el West Ham.
El oriundo de Guadalajara, Jalisco, no es el '9' más técnico del orbe ni el más contundente de cara al marco, algo que ha perdido con el transcurso de los años; sin embargo, a cambio posee peculiaridades como el arte de zafar a menudo el fuera de lugar, lo cual provoca que invariablemente genere y disponga de varias oportunidades para anotar.
Cómo olvidar su primer tanto en el Viejo Continente con la playera del United: un servicio proveniente de la derecha en el que amagó con ir a primer poste, fintar al defensa que se fue con el hombre que picó al vacío y quedar en solitario para definir prácticamente con la portería desguardada. Al final la empujó con la cara después de enredarse con sus piernas. Una carta de presentación que resume su estilo.
Antes el área era su habitat, pero con el tiempo CH14 ha aprendido a botarse y desempeñarse más fuera de ella. Incluso entre líneas, de espaldas al arco mediante un toque de primera —como empezó el contragolpe ante Alemania en el Mundial 2018—, hasta recorrerse en diagonal hacia la banda para descongestionar la zona de peligro y permitirle a alguien de en medio o un extremo sumarse por sorpresa.
A falta de recursos técnicos, la inteligencia representa su aliada. Reconoce sus limitaciones. Sus gestos bruscos o torpes, y el físico liviano, lo compensa con movilidad. No se distingue por ser estático, pues. Ahí le brinda a Lopetegui una opción totalmente distinta a De Jong, que sí permanece más quieto y casi no abandona los 40,42 metros x 16,5. Sus desmarques son mucho más cortos.
En el 4-3-3 o el 4-2-3-1 del exDT de la Selección española, el conjunto nervionense suele tener presencia por las bandas. Lucas Ocampos, Nolito, que actualmente parten como titulares, o Munir el Haddadiy Rony Lopes, también Jesús Navas y Reguilón llegando desde atrás, se transformarían en los principales beneficiados si Hernández Balcazar ingresara. La capacidad para arrastrar marcadores se la agradecen los compañeros.
Su interpretación de los espacios y los huecos lo vuelven una amenaza para los adversarios. Además, eso sí, conserva la rapidez que, aunado a lo anterior, lo pone en ventaja. Confunde a los zagueros que no acaban de decidir si lo ideal es retroceder para sujetarlo o mantenerse en ese lugar y obtiene algunos centímetros por la distracción que ejerce; el tema del punch sí lo coloca por debajo del holandés, un killer más clásico en ese sentido.
Lopetegui cuenta en su haber con un recambio de lujo en el banquillo o la posibilidad de pulir al máximo romperredes en la historia del Tri. Refinarlo en aquel vivo que rompa el offside, destroce al VAR, anticipe la salida del guardameta y, ahora sí, la finiquite.


