Dos vueltas sobre su propio eje, con las manos en alto y aplaudiendo. Una señal clara de despedida de James Rodríguez en el Santiago Bernabéu, que la hinchada madridista entendió y correspondió con ovación al 10 cafetero. Un lindo gesto del público merengue, pero ¿demasiado tarde?
La estancia del colombiano en el Real Madrid ha sido una montaña rusa, en la que pesaron mucho más las caídas, que estuvieron ligadas a lo antideportivo, que con su rendimiento en el terreno de juego.
Que está gordo, que le gusta la fiesta, que pelea con los técnicos, que se está divorciando. De todo se habló de James durante sus tres años en Madrid. De todo hasta lo que no es cierto. Y todo se lo creyó el madridismo que condenó sin prueba alguna al colombiano, quien sí se entrenaba de la mejor manera, lo daba todo en el campo y solo pedía a gritos una oportunidad para demostrar su talento.
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El presidente del Comité Olimpico Colombiano, Baltazar Medina, mostró su solidaridad con el 10 Merengue: “Lo mejor es que esta novela termine y que James vaya a un equipo en el que pueda jugar. No necesitamos a un James distraído en su polémica”, dijo el directivo.
Pese a las críticas, James se convirtió en uno de los jugadores más efectivos del Real Madrid, con 11 goles y 12 asistencias en 1.781 minutos disputados todas las competiciones, lo que significa que con él en el campo el Madrid se aseguraba un tanto nacido de sus pies cada 77,43 minutos. Pero los números no fueron suficientes para convencer a Zidane.
James se marcha triste del Bernabéu, el lugar donde soñó estar desde que era un niño. Pero el colombiano debe estar tranquilo, con la cabeza alta, dio lo mejor de sí y aunque muchos no lo crean ¡hay vida después del Madrid!
