"Sería buenísimo que Paolo Guerrero juegue con la camiseta de Boca". En septiembre de 2015, Juan Román Riquelme expresó públicamente su deseo de tener al delantero peruano en el Xeneize y, a partir de ese momento, en cada mercado de pases Guerrero "vistió" por un ratito la azul y oro.
Las palabras de Román hicieron que todos en el mundo Boca posaran su mirada en el actual futbolista de Flamengo. En marzo de 2016, cuando el equipo de Guillermo Barros Schelotto clasificó a octavos de final de la Copa Libertadores, comenzó a circular el rumor de que los dirigentes argentinos irían por el atacante de la Selección de Perú para reforzar al equipo del Mellizo en las fases finales. Sin embargo, el mercado de pases argentino no permitía transferencias para ese momento.
Meses después, en junio de ese año y tras la presentación de Walter Bou y Darío Benedetto como refuerzos, Daniel Angelici reconoció que Boca podría llegar a ofertar por Guerrero. Sin embargo, en noviembre, el propio futbolista descartó la posibilidad de llegar al conjunto de La Ribera por su presente en Brasil y porque su contrato con Flamengo era hasta 2018.
Cuando parecía que la novela de Paolo y Boca no tendría más episodios, en mayo de 2017 se sumó uno más: ante la posibilidad de que el Pipa Benedetto emigrara a Europa (más precisamente a Sevilla), resurgió el rumor de que el Xeneize utilizaría el dinero que le ingresaría de esa venta para fichar al peruano. Otra vez, no se dio. Sin embargo, dos años después de aquellas palabras de Riquelme, Guerrero estará en La Bombonera, pero no para festejar los goles del equipo de Guillermo Barros Schelotto, si no para enfrentar a la Selección argentina en un partido de Eliminatorias que será clave para saber si Perú o la Albiceleste tendrán un lugar en Rusia 2018. ¿Cómo le sentará el estadio Alberto J. Armando?
