Gerard Pique SpainGetty Images

No se metan con Piqué, sólo es un futbolista


OPINIÓN


Once de la mañana del miércoles después del 1-O. Comienza el entrenamiento de la selección española en Las Rozas y aún no se sabe quién comparecerá en la rueda de prensa posterior. Normalmente, desde la Federación se deja esta cuestión cerrada la noche del día anterior, pero no lo hizo así esta vez, sembrando las dudas entre los periodistas habituales en La Roja. Somos un gremio alarmista por naturaleza, pero también acostumbrado a las decepciones, así que hay apuestas para todos los gustos. ¿Será Piqué, será Ramos, será Rodrigo, será Kepa? Es sólo a las 12:35, apenas con diez minutos de antelación, cuando Paloma Antoranz nos avisa de que el protagonista en rueda de prensa será ‘EL’ protagonista. Ese del que todo el mundo habla y pregunta en esta concentración: Gerard Piqué. Algún compañero que había apostado por el central se toma su revancha personal con un servidor –no diré nombres-, pero hay que reconocer que hasta los que apostaban por su aparición levantan las cejas en señal de sorpresa. La bomba estaba a punto de estallar.

¿Es Gerard Piqué independentista?

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¿Qué dirá? ¿Se retira? ¿Qué está pasando? El shock y la admiración por que dé la cara pronto deja paso a una excitación que es palpable en la sala de prensa. Hasta periodistas que tenían entrevistas individualizadas a esa misma hora tratan de posponerlas para poder atender así a una conferencia con tintes casi históricos, se podría decir. En una situación sociopolítica extrema como la que vive España a día de hoy, la aparición de un personaje tan influyente como Piqué supone un terremoto informativo. Y no es que sea tan importante como el mensaje del Rey, pero seguro que en los bares y en las casas se hablará tanto de uno como del otro. Es así, queramos o no. Quién sabe si por la necesidad de guías que aporten luz en este conflicto tan encallado, o por la poca altura que tienen los líderes políticos a día de hoy, pero el caso es que la intervención de Piqué se esperaba casi como la de un Winston Churchill. La de alguien carismático y enfático que pudiera lanzar un discurso tal que fuera capaz de cerrar bocas y abrir mentes.

El inicio de la comparecencia fue prometedor además. Con su personalidad arrolladora, Piqué pareció abrirse a todos los temas posibles y todas las explicaciones existentes. Conciliador y coherente. Sin embargo, poco a poco la efervescencia se fue diluyendo. Como a los zumos naturales que preparaban las madres, con el tiempo se le fueron yendo las vitaminas al discurso del futbolista, dejando alguna ambigüedad. El independentismo, el sentimiento de pertenencia a España y la necesidad de tenerlo para participar de la selección, su comportamiento y uso de las redes sociales, la hipotética dualidad deportiva entre España y Cataluña… Personalmente, me dejó algo frío. Y no soy el único. Piqué es valiente y tuvo un discurso pacifista, eso le honra, pero también estoy seguro que no convenció a tantos críticos como esperaba. Ni tampoco a aquellos que, como yo, estamos en un lugar intermedio que vemos virtudes y errores en todos los bandos. Los hay que creen que se mordió la lengua. Quizás es que, simplemente, esperábamos más de Piqué. Mucho más.

VÍDEO: "No se debe dudar de Gerard Piqué"

No le conozco personalmente. Se ve desde Bogotá que es descarado y ‘vivo’. Él mismo lo decía: “Si me siento a tomar un café con todos los que me pitan, podría convencerles a todos”. El quid de todo esto es si Piqué es profundo de verdad. Gerard dice lo que piensa, sin tapujos. La clave es si realmente piensa lo que dice.

Y no tiene nada que ver con ser listo, que desde luego que lo parece. Sino con tener la altura o el interés suficiente en un tema de tal calado como el proceso independentista de Cataluña. “Sólo soy un futbolista que viene aquí a intentar hacerlo lo mejor posible”, dice. Y quizás es tan simple como eso. Se trata sólo de un futbolista más. Uno especial. Uno de esos ‘listillos’, provocadores y pillos que gustan del vacile, el chascarrillo, los focos y el espectáculo. El gran protagonista en zona mixta al que todos esperan antes y después de un Clásico. Y ya. Quizás es que no se trate de ese gurú que algunos quieren ver en él… así como tampoco del traidor desestabilizador que otros le critican ser, claro está. 

Así que si lee esta columna y está pensando ir a Alicante a pitar a Piqué, ni se moleste en increparle. De verdad. Es sólo un futbolista más. Uno de los nuestros, además. Si está frustrado con el proceso independentista catalán y la fractura sociopolítica del país, no lo pague con Piqué. Vaya y desahóguese con los gobernantes, que son los que de verdad tienen responsabilidad y capacidad para desbloquear esta frustrante situación. Pero no con Piqué.

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