EDITORIAL
Supo salir reforzado el Barcelona en la complicadísima visita al Getafe, el equipo más efectivo de la Liga en el tramo inicial de temporada. Los barcelonistas afrontaban su quinto desplazamiento sin una sola victoria en el zurrón y, al fin, exhibieron el nivel mínimo deseable para competir al más alto nivel. Por primera vez en la Liga dejaron la puerta a cero el mismo día que sumaron el primer triunfo lejos del Camp Nou a pesar de no poder contar con Leo Messi, el ilusionante Ansu Fati y Ousmane Dembélé, que se cayó de la lista de convocados a última hora por culpa de unas inesperadas molestias musculares.
El Barcelona logró hacer de la necesidad una virtud. Por lo pronto, Ernesto Valverde se atrevió con su centro del campo más creativo a la hora de jugar en casa de uno de los equipos más sólidos de la categoría y Marc-André Ter Stegen permitió a Luis Suárez volver a celebrar un gol lejos de casa casi cinco meses después de la última vez sirviéndole una asistencia que el uruguayo convertiría en el 0 a 1 con un globo que superó a David Soria en el minuto 41. Fueron las dos claves que permitieron al Barcelona dar un paso al frente, arrastrado por el liderazgo del uruguayo, bien escoltado por un Carles Pérez ansioso por alimentarle y un Antoine Griezmann dedicado a la fluidez del juego, para concluir que lo mejor fue el buen hacer de todo el equipo.
Tanta sobriedad, que no brillantez, aumentó incluso en el segundo tiempo. El cuadro azulgrana salió dispuesto a comerse el rival y solo tardó cuatro minutos en poner el 0 a 2 en el marcador después de que Junior Firpo aprovechara el mal rechace de Soria en el remate desde la frontal de Carles Pérez. Defensivamente el equipo rayó también a un nivel impecable y donde en el primer tiempo apenas concedió un solo remate a puerta -con paradón de Ter Stegen incluido- en el segundo no permitió siquiera eso mientras, poco a poco, Frenkie De Jong y Arthur Melo imponían su ley con un recital de pases al espacio como hacía tiempo que no se veía gracias también a la buena disposición al sacrificio del tridente atacante, en especial de Luis Suárez, al que la sustitución ante el Villarreal le sentó de maravilla.
Fue, pues, un partido para la esperanza. Porque Messi tiene muy complicado estar disponible para recibir al Inter de Milán el próximo miércoles. Los hombres de Antonio Conte supondrán un test de primer nivel para los de Valverde, que si ya se han mostrado eficaces como locales, ahora también pueden decir que son sólidos. Presumiblemente también sin Dembélé y con Griezmann más pendiente del juego que de marcar goles, la voracidad de Suárez se intuye como fundamental para encarar con garantías los choques ante el Inter y el Sevilla que vienen. Con él en forma todo será más fácil, como ya se vio en Getafe. Aunque Messi y Fati lo tengan que ver desde la grada.




