Cuando todavía restan 48 horas para que se juegue la final de la Copa Libertadores, el clima está por demás tenso en Río de Janeiro. Que Fluminense disputara el duelo decisivo en su ciudad era considerado un posible foco de conflicto y este jueves se produjeron los primeros incidentes con los hinchas de Boca que ya están en suelo carioca.
Todo ocurrió en horas de la tarde cuando cientos de hinchas del Xeneize, entre ellos mujeres y niños, disfrutaban de las playas de Copacabana y comenzaron a ser hostigados por la presencia cada vez mayor de hinchas del Flu, pero todo se agravó con la llegada de una parte importante de la torcida Tricolor y, con el apoyo represivo de la policía, obligaron a retroceder a los argentinos, que sufrieron algunos golpes, robos de sus pertenencias y hasta detenciones por supuestos gestos "racistas".
Si bien todo ocurrió en pocos minutos, desde Boca esperaban un gesto proveniente tanto de su rival como de CONMEBOL para garantizar la seguridad de los hinchas, ya que resta llegar la mayor parte que salió de Argentina en las últimas horas y arribará entre el viernes y la mañana del sábado.
Y antes de la publicación de un breve comunicado de la Confederación Sudamericana, nuevamente aparecieron los efectivos policiales en la playa para dispersar con gases lacrimógenos a los fanáticos que continuaban en la playa, con el saldo de cuatro detenidos en total y nuevas corridas en un jueves terrorífico.
Quien intervino para que haya seguridad para los hinchas fue Daniel Scioli, embajador argentino en Brasil, manifestando que "estoy indignado por el accionar irracional de la policía, con brutalidad arrojando gases lacrimógenos en la playa. Si bien acá las leyes son muy rigurosas, nada justifica una represión policial de estas características en el marco de lo que es la pasión del fútbol para ver la final del sábado", agregando que "esperemos que no se llegue al punto de que se tenga que postergar el partido".


